viernes, 31 de julio de 2009

30. Buque hospital


Se sabía algo, pero nada confirmado, el rompehielos Almirante Irízar y el ARA Bahía Paraíso, venían a las islas a evacuar heridos. El 4 de junio confirman la llegada del Bahía Paraíso a Fox. Tensa espera, tensísima. Empiezo a juntar mis cosas, para dejar todo lo que les sirviera a los muchachos que se quedaban. La sensación es complicada, difícil, me voy y los dejo. La culpa es feroz, pero muchos decían "así podés avisar a los nuestros que estamos bien", otros preguntaban si podría llamar. Todavía tengo la carpeta con los nombres y los teléfonos de las casas para avisarles a los suyos de los que en las islas se quedaban. Cuchillos, abrigo, linternas, herramientas, Victorinox, se quedaron, el resto de los bagallos en la valija que me habían recuperado en una visita al Carcarañá antes que lo hundieran el 23 de mayo.
A la noche llega y se fondea en la bahía todo iluminado, por lo menos esa noche las fragatas no atacaban Fox. Se confirma, heridos y civiles serán evacuados al día siguiente.

Tensa noche pese a la calma bélica reinante, empieza la evacuación. En helicóptero Puma de Ejército nos comienzan a trasladar al Bahía Paraíso. Subo, me siento, no sé si en el piso o en un asiento. Llegamos al buque y nos juntan en el hangar. Ahí nos examinan y clasifican según la gravedad de las lesiones. Me marcan pero no me mandan a ninguna curación.
Venía tomando el antibiótico, siga con la medicación y lo atenderemos en Bs. As., no vale la pena hacer nada ahora. Las curaciones y cuidados de Abel y su gente habían sido adecuadas.

De ahí bajamos a la bodega. Enorme bodega, fantásticamente organizada para esa tarea, con calefacción, camas armadas para los heridos en dos y tres pisos, bien ancladas, sobre las bandas, en el centro de bodega, bien iluminada, era una sala hospitalaria completa. Esa bodega tenía fácil acceso al casillaje de popa del buque. Las escaleras tenían tablas adosadas a los mamparos con bisagras para poder utilizar las escaleras normalmente o deslizar las camillas con los heridos sobre las tablas. Me admiró el trabajo realizado. La bodega de proa, era un parte carga y parte un sollado para poder dormir, parte de la tripulación y los civiles evacuados. Había camarotes para heridos en el casillaje de popa, que habitualmente alojaba a las dotaciones antárticas. Si no me equivoco, tres quirófanos se habían armado en ese casillaje y funcionaban continuamente.
Me había acomodado en una de las cmas del sollado, no lo podía creer. Se podái descansar sin pensar en cañoneos navales, ni ataques aéreos. Había ducha y la posibilidad de usarla tranquilo. Hacía como 30 días que no me bañaba, con una barba espesa que no me cortaba desde el mismo tiempo.
Me puse una bolsa sobre el vendaje de la mano izquierda, alguien me ayudo a cerrarlo con cinta adhesiva y me pegué la mejor ducha de toda mi vida. toalla limpia, jabón, un hotel 7 estrellas. Era un Paraíso.
Tirado en la cama, viene el Pelado Robelo:
Vos tenés camarote, ¿qué hacés ahí?
Duermo, ¿qué voy a hacer?
No, al camarote.
Para ahí fui.

29. Civiles, del otro lado del mostrador

Ya había empezado junio, seguíamos en Fox, bombardeados noche por medio por los ingleses, visitas de los Harriers, caminando en algún momento del día entre la gente del Carcarañá, de Ejército, los amigos de compartir una etapa muy intensa de nuestras vidas.
El mayordomo de la estancia, un canadiense, hablando, nos dijo, "15 años buscando un lugar tranquilo en el mundo, lo encuentro y a los 5 años, miren lo que pasa. Seguiré buscando".

Compartía su amplia casa con 4 o 5 habitantes de Puerto Argentino, enviados a Fox para que estén más "resguardados". La casa no tenía comunicación ni con el pueblo, ni con radio.
El sistema telefónico de la isla, era por un sistema telefónico alámbrico. Uno de los "resguardados" no quería aceptar la situación y discutía con los oficiales de Ejército por ese tema.
Un día, sale de la casa, con una escalera muy decidido coloca la escalera contra un poste y empieza a subir para conectar el teléfono.
Justo andaba alguien por ahí, esperó a que se subiera y con la pistola tiro 3 o 4 tiros, lejos del inglés pero lo suficientemente cerca como para que el retobao en cuestión bajara de la escalera cual Flash y encerróse en la casa por el resto de nuestra estadía. A buen entendedor, pocos tiros...

28. Larga noche

Otra noche larga, con los ingleses visitandonos a toda orquesta y cañón. Esta vez el pozo era el de la enfermería, ahí estábamos acurrucaditos mientras los cañonazos caían y caían, en los habituales grupos de a 5, sacudiendo cuerpo y alma.
Al acomodarme, entro en el pozo y para acomodarme, poniendo mi espalda contra la pared del pozo, me apoyo sobre mi mano derecha, siento un crack. Instintivamente, lo miro a Abel y le digo, "algo se quebró" No te preocupes ahora, dejame entrar y después vemos. La fisura de la mano derecha se transformó en fractura y el 2do metacarpiano se soldó, más abajo, el dedo quedó corto, la articulación enorme.
Esa noche pensé que no salíamos vivos de ese pozo, nunca pensé que se podía desear la muerte a los 26 años debido a la intensidad del fuego naval. "Ahora entra y se termina, entra y se termina.
No entraron.

27. El pozo costero


No soy claustrofóbico pero meterme en los pozos durante la noche como un topo compartiendolo con otro compañero, para no perder frío, no es de las situaciones que más me satisfagan.
La cena muchas veces era un buen jarro de té bien azucarado. Una noche, me toca con un aprendiz de unos 20 años, primer embarque, alto, grandote. Yo, con las dos manos averiadas, entro en primer lugar, como si fuera en un túnel con el fondo del pozo como un respaldo, medio acostados. Mi compañero, a continuación, apretados para pasar como 8 horas en ese pozo. Se movía, me golpeaba la mano, lo advertía, se volvía a mover, me golpeaba nuevamente. Los que me conocen, saben que en mi juventud, no tenía demasiadas pulgas. Aplicando un viejo axioma militar, aprendido durante la colimba ,"lo que no entra por las orejas, entra por los pies", lo pateaba para que se quedara quieto. Cuando estaba casi dormido, todo un logro, aún para mi, lo escucho: "Quiero hacer pis".
Huelgan comentarios de lo que esa noche fue.

jueves, 30 de julio de 2009

26. Winchester .22

Unos días después de la mala noche del 25 de Mayo, Minorini Lima, viene a visitarme a la enfermería como lo hacía habitualmente. Charlando de bueyes perdidos, empezamos a hablar sobre como había sucedido la herida. Cuando empiezo a describir lo hecho, menciono que había salido con el Winchester. 22 en la mano y que lo había soltado al sentir el impacto.
-¿Qué tenías en la mano?
- El Winchester.
-¿¡El Winchester 22?!!
- Si, ¿por?
- Mejor, ni te cuento
- Contame, Oscar.
- Un bombazo cayó en el baño del pasillo, encontramos el Winchester pero no sabíamos que había pasado con él. Está partido a la altura de la recámara con el tubo cañón doblado a 90º, el tubo del cargador explotado. Por lo que me contás el rifle te salvó la vida.

Como primera medida, mientras estábamos en vigilia en el cuarto contiguo a la radio, estaba con esa duda habitual, voy o no voy al baño. Al límite de ir. No fui. Luego empezó el ataque. Zafé de una.

La pared del tubo cañón de un Winchester 22 es gruesa, muy gruesa, no quise, no quiero, ni querré pensar que hubiera pasado si no llevaba el rifle en la mano. Zafé de otra.

La esquirla del cañonazo naval inglés me fracturó el tercer metacarpiano de la mano izquierda, la falangeta del dedo mayor de la misma mano, tuve cortes y quemaduras en el dedo anular izquierdo, la mano llena de esquirlas metálicas y de madera. También me fisuró el 2do metacarpiano de la mano derecha, por eso no tenía pinza con esa mano.

25. Especialidad médica y lógica militar

Noche temprana o tarde oscura en el final del otoño malvinense. Reunidos en la enfermería charlando, enfermos, heridos, médicos y enfermeros. Un momento de relax, charlando de ovejas perdidas, ya que bueyes en las islas, no le hay.

Entre nosotros, el Negro Edgardo Acosta, tucumano de buena cepa, con ese ritmo tranquilo de los norteños, que tan bien contribuye en momentos de crisis. No confundir ritmo tranquilo con parálisis, no, nada que ver. Manejo seguro, pausado y sobre todo, firme. Fines de los 70, principios de los 80, muchos médicos conocidos se incorporaron a las filas de las FF.AA. para conseguir un ingreso que, de otro modo, no se conseguía fácilmente. El Negro se había incorporado a la Armada con el grado de Teniente de Fragata. En el medio de la charla, le pregunto al Negro:
- Che, Negro y vos, ¿qué especialidad tenés?
- Na, no importa.
- Dale, Negro, decinos
- Bueno, dice "yo soy médico de la Aviación Naval"
- Ajá. ¿Entonces?
- Hice el curso de medicina aeronáutica en la Armada.
- Todo bien, Negro pero después de la Facultad, ¿hiciste residencia?
- Siii, hice.
- Bien, y ¿en qué?
- Na, no importa.
- Dale Negro ¿qué sos?
- Ginecólogo y obstetra.

Hubo que aguantar el estruendo de las carcajadas de los presentes.

El Teniente de Fragata Médico Don Edgardo Acosta era el más moderno de guardia en el Hospital Naval de Pto. Belgrano. Le dieron un bolso de equipo y allá fue en el Bahía Buen Suceso a navegar las frías aguas del Atlántico Sur. Un compañero le llevó el coche a la mujer, al día siguiente con la novedad que su marido estaba navegando

24. Y la noche se hacía día

Recuerdo una noche que el TF Médico Acosta, el Negro, se despierta y dice: Un Sea Lynx, un Sea Lynx inglés, dale mirá,salí. Ahí abro la puerta de la enfermería y la luz de una bengala inglesa hizo día la noche. "Al pozo, al pozo", todos agazapados, corriendo nos fuimos metiendo bien amontonados en el pozo que Vallejos había hecho y donde junto con Acosta entraron últimos. Se oye la andanada desde la fragata, 5 disparos por salva del 105 mm, el silbido cuando pasaban por arriba cerca, el impacto cada vez más cerca. La tierra que se sacude y tiembla junto con uno. La próxima entra, la próxima entra. No, termina la salva, cambia el azimut la fragata y sacude a otro sector.
Si las noches de vigilia eran largas, las de mucho frío, interminables, éstas eran eternas. No tuve peor sensación que estar bajo fuego naval. Ya fuese por la incapacidad de respuesta por parte nuestra. (Están ahí y se quedan hasta cuando quieren), ya fuese por la duración de los ataques que eran horas y horas.
El ataque de los aviones es súbito, violentísimo, pero dura minutos y se acaba. El bombardeo naval era prolongado, espaciado y tremendamente destructor, tanto física como psíquicamente.

Desde mi punto de vista,lo peor, en estos casos, es no poder capitalizar la experiencia acumulada con una mente preparada para deducir los signos del combate. Tenía instrucción militar gracias a un Oficial de Ejército que fue mi Jefe en el Cdo Rem y Vet, Esteban Rafael, él nos enseñó un montón de cosas mientras nos dió la instrucción militar, junto con un cabo primero enfermero veterinario, Acosta, sobre cuidados en los puestos de guardia, ver como se distingue la luz de un cigarrillo en la noche, situaciones de combate de infantería, no frente al fuego artillero. Me lo encontré después del conflicto y se lo agradecí.
Son muchas cosas de sentido común y otras de sufrirlas en la práctica, muchas de ellas resurgieron dese la profunda memoria gracias al instinto de supervivencia. De toda experiencia siempre se saca algo bueno por terrible que pueda parecer en el momento de sufrirla. También en estos casos se dimensiona, lo relativo de las circunstancias vividas y lo importante de saber vivir cada momento.

miércoles, 29 de julio de 2009

23. Jaime Ugarte

Ugarte era el otro contingente de FAA en Fox, para la defensa antiaérea, lo habían traído con un helicóptero con su asistente, y una carga de los misiles rusos de hombro tierra-aire.
Alto, flaco, medio rubión, vino con el mínimo equipo necesario, otro camarada de vigilias y largas noches. Mucho en común, hablamos mucho. Después del 25 de mayo, los venían a buscar para emplazarlos temporariamente en el sur de la Isla Soledad, para defender la zona de los Harriers. Le presté un par de medias de lana, no se si guantes. Así como estaban se los llevaron para la Isla Soledad. Allá los llevaron, allá los dejaron. Nunca más los volvieron a buscar. Se quedaron un par de días en zona, y luego se fueron caminando a Darwin. Si no me equivoco, Carballo contó su historia.Con Jaime, hablamos un par de veces, pero no pudimos encontrarnos. Prometo que este año lo voy a hacer contra viento y marea.

22. Los muchachos de Fuerza Aérea en Fox

Estábamos todos, Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Civiles, cura de Gendarmería. Faltaban dos fuerzas de seguridad y era un muestrario completo, pero para ser un poblado perdido en el sur del Atlántico Sur, como lo que es Bahía Fox, había una aceptable cantidad de instituciones representadas en ese suelo argentino.

Ejército ocupaba su lugar natural, la Armada con el aporte del Bahía Buen Suceso era acorde al ámbito insular. La Fuerza Aérea estaba representada por dos grupos chicos pero de gran presencia en mi vida en Fox. Por un lado, el Alférez Ugarte, hoy Brigadier con un asistente con unos misiles rusos que, según comentaron teníamos gracias a nuestros hermanos peruanos. El otro lo conformaban los "pasajeros" del vuelo del helicóptero del relato de la emboscada.
Este grupo al mando del Primer Teniente Yuse, tenía como misión señalizar los campos para el lanzamiento de carga o paracaidistas de los Hércules C-130. Ellos venían básicamente para el lanzamiento de carga, a suceder unos días después.
De los 5 o 6 hombres que conformoban el grupo, recuerdo a cuatro: el mencionado Yuse, otro Primer Teniente Alzamora, negro, grandote, le decían 9 dedos porque había perdido en un accidente deportivo, el Subofical Barros y el Cabo Principal Messuti. Había otros dos integrantes del grupo pero, lamento no recordar sus nombres.

Grandes personas, generosas, me cuidaron y me llevaban con uno de mis ángeles guardianes, Raúl Bechi, que me cuidaba como a un hermano, al pozo que habían construído. Noches largas, las del invierno austral en las Islas, muy largas, interminables con ese frío húmedo, que te cala los huesos. Donde para orinar, lo pensás una y mil veces. Así transcurrimos algunas noches de vigilia en el pozo a la espera y sufriendo los ataques de los cañones ingleses. Alguna noche nos preguntamos: Si ganamos, ¿quién carajo va a venir a quedarse acá desde el continente? El clima es duro para un argentino, no para un escocés o un inglés, pero si para nosotros que estamos acostumbrados al sol y a los días claros.
Barros estaba siempre con ganas de jaranear, Messuti contó, en una sola noche 800 impactos de proyectiles de cañón sobre nosotros, Yuse y Alzamora callados, siempre calmos y confiados.
Marcaron la zona de lanzamiento para el C-130, que pasó una tarde y largó su carga en vuelo rasante sobre la zona indicada.
Compartí varias noches con ellos, a Messuti lo vi una vez después de la rendición, luego nunca más como al resto.

Espero, de todo corazón que estén bien, que es lo menos que se merecen.

21. Vallejos

Hace varios días que pienso como y que escribir para transmitir lo que este mágnifico ser humano nos dió en nuestra forzosa y compartida estadía en Bahía Fox Este.

Vallejos, Abel es médico, nacido en Neuquén, tiene un poco menos que mi edad entre 50 y 52 años, hoy año del Señor 2009. Uno de muchos hermanos de una familia de Centenario, a unos kms de Neuquén Capital. Familia de trabajadores, Abel es un hombre que no le hace asco a ninguna tarea, ni misión, con el increíble agregado de una sempiterna, cálida y fraternal sonrisa aún en las situaciones más estresantes como fue la guerra.
De pensamiento claro ,estudió en La Plata; como la familia no lo podía mantener hizo su carrera universitaria changueando como albañil y en una austeridad extrema que jamás le melló el buen humor.
Según su propio relato, tenía una bicicleta, en extremo deteriorada, despintada, descuajeringada, tenía nombre la bicicleta. No me acuerdo cual era, pongamos que se llamaba "La Juana".
"Tan destruída estaba La Juana que ni cadena para atarla tenía. Era una bicicleta pobre, no podía quererla nadie y por eso la dejaba sin atar." contaba Abel, en noches de vela.
"Iba a todos lados con la bicicleta porque me ahorraba el colectivo o iba de un lado a otro sin problema. Una vez, una noche, voy a buscar La Juana y no estaba. La Juana, no estaba. Se la llevaron. ¿Quién pudo llevarse a La Juana? Alguien. El hecho que empecé a caminar y a usar colectivo, cuando podía. Meses así, sin posibilidad de reemplazo. Hasta que otra noche, caminando por La Plata, ¿qué me encuentro? A mi amiga, a mi compañera inolvidable: a La Juana y ahí seguimos juntos.
No recuerdo si la ató, de ahí en más, pero sí me acuerdo que no se volvieron a separar

Recorría las posiciones todos los días, atendía a los enfermos y heridos, cavaba pozos de zorro, como el que hizo al lado de la enfermería para los heridos, enfermos y personal que estaba con él. Lo hizo junto a un cabo enfermero del Buen Suceso y los que podían ayudar.

Atendió a los heridos, junto con otro médico del RIM 8, nuestros vecinos de enfrente, tuvo que hacer una amputación de pié al soldado que se lo voló minando.

"Son pruebas que nos pone el Señor, Pancho. Esto demuestra que somos capaces de seguir adelante, dale no te caigas." Esto me lo decía mientras estaba junto con él, a su cuidado, luego de que me hiriera una esquirla en la mano.

Buscaba turba, nos turnábamos para hacer una imaginaria en la enfermería atentos a un posible bombardeo naval, manteniendo la estufa alimentada con turba para mantenernos calientes en esas noches de frío. Las noches que pasábamos ahí, porque hubo muchas de esas noches que las pasábamos en los pozos hechos por la gente del Carcarañá a la orilla de la Bahía cuando las fragatas inglesas nos visitaban.


Vallejos ahí siempre atento en el intervalo entre un ataque y otro recorría las posciones por si había heridos. En los bombardeos, por lo menos tres hombres estaban siempre afuera, Minorini Lima, Medina y Vallejos.

¡Dónde andarás, Abel?



Pasaron 27 años, lo vi 3 o 4 veces más después de la Guerra. Luego mi profesión y su vida desencontraron nuestros caminos.

martes, 28 de julio de 2009

20. Pie de trinchera

Afección que sufren las tropas cuando se encuentran en condiciones de frío, poca higiene y poca circulación en los pies. En la Ca Ing 9, no hubo pie de trinchera. En realidad, pese a los ataques aéreos y bombardeos navales que sufrimos juntos, hubieron 2 heridos de la Ca y yo. Uno de ellos, minando se voló un pie y el otro protegiéndolo durante un bombardeo a su compañero herido fue alcanzado por un pedazo de madera desprendido del piso, durante el mismo ataque en el que me hieren.

¿Cómo fué que se evitó?

El Jefe de la Ca hizo ocupar una casa, de las abandonadas por los kelpers, por cada sección de la Ca. Puso un soldado de semana, cuya función era mantener la casa limpia, la cocina económica prendida y con turba a mano y el agua caliente. Todos los días iban dos soldados por sección a bañarse, lavar y secar su ropa y dormir una noche en la casa.
Además juntó a todos los responsables de sección y les dijo: "Lo que el médico diga de higiene es como si lo ordenara yo". El médico, Abel Vallejo, recorría continuamente las posiciones
Así fue que no hubo pie de trinchera en Fox Bay East.

lunes, 27 de julio de 2009

19. Visitas nocturnas

La noche del 25 de mayo, a eso de las 2000 hs, más o menos, uno de los puestos de avanzada de la Ca Ing 9 informa que hay dos buques ingleses frente a Fox. ¿A qué distancia? Unos 12 mil metros, mi mayor. Fuera del alcance de ls cañones sin retroceso que teníamos." Bien, a recibir y no poder devolver...
Una horita después más o menos, los muchachos empezaron a mandar "encomiendas", en especial de acero, a buena velocidad, y con consecuentes sacudidas en el piso. Los paquetes venían de a cinco. Se siente cuando salen, se escuchan si pasan por arriba y mucho más, cuando impactan.
¡Ay mamita querida! y ahora, ¿qué hacemos?.
Todo el mundo evacuando hacia una parte de la bahía, que quedaba protegida desde el mar y que tenía una barranca, chica pero barranca al fin.
Con el Jefe de Radio, Raúl Bechi, otro "peso pesado", lamentablemente ya fallecido,ya que los dos no éramos precisamente delgados, estábamos haciendo guardia de radio en el puesto comando de Ejército en una casa del poblado, que estaba abandonada por los kelpers y que habíamos ocupado porque estaba, protegida cerca de la barranca mencionada.
El primer ataque fue al voleo, tiraron adonde suponían que podía haber tropa y donde detectaban movimiento. Así fue que sacudieron a una pingüinera a lo pavote, ya que los pingüinos, cuando sintieron las primeras pepas, sensatamente, rajaron al agua.
Comento que ahora lo escribo un tanto jocoso, pero que, disculpen el término pero miedo no me parece lo suficientemente descriptivo, el cagazo padre que tenía hacía que temblara como una hoja, grande, pero una hoja al fin.
Alguién, que no fue mi coequiper Raúl, emitió un corto mensaje a Pto Argentino: "Polenta en Uranio" Esto quería decir bombardeo naval (polenta) en Uranio (Bahía Fox).
Hagan la prueba, diganlo rápido: Polenta en Uranio. Si quieren diganlo dos veces, rápido, claro pero rápido. Bien, no es mucho tiempo lo que se tarda. ¿Adivinen adonde cayeron las siguientes andanadas? Alcanzó para que las fragatas nos triangularan. Con el otro Gordo, habíamos trasladado el puesto comando anterior al actual. La antena quedó a unos 15 metros de la radio. Un enorme pozo marcaba su posición aproximada. No fue hecho con pala, tampoco tardaron mucho en hacerlo. Como el paquete era de 5 entraron a caer fragmentos, se veian luces naranjas por todos lados. después me di cuenta, mucho después, que era el acero de las esquirlas de la fragmentaria cuando explota. Yo estaba en la casa, no en el puesto mismo, sino en un cuarto aledaño. Eramos como 10 a la espera de ver que pasaba. Cuando empiezan a caer las pepas sobre la antena y sus alrededores, salimos todos rajando. Había dos puertas enfrentadas, una a mi derecha y otra a mi izquierda, miro a la derecha, que era la que usabamos habitualmente para salir hacia afuera y había como 7 grandotes pasando juntos y al mismo tiempo por ella. Entre mí, pensé: "En la puta vida salgo de acá por ahí." Me tiré para el otro lado, craso error. Yo estaba con un Winchester 22 que quería usar para cazar algo distinto a un cordero. Recordando viejas épocas de colimba, el arma nunca se abandona, y ahí rajaba yo con el Winchester. Salgo agachado y siento un terrible sacudón en la mano, algo que me quema, suelto el arma y rajo para la puerta que da hacia afuera. El pomo de la puerta era redondo. Como soy zurdo, trato de abrir la puerta con esa mano. No puedo, agarro el pomo, siento mojado y no tengo fuerza. ¿Qué pasaba? "A falta de pan, buenas son tortas", pruebo con la derecha, que siempre fue muy pero muy torpe. Aprieto el pomo, y tampoco puedo abrirla, porque no tenía pinza con la mano. La desesperación, ¿qué hago ahora? Me puse de costado, y agarre el pomo mojado con el dedo anular y el meñique de la mano derecha. La abrí y salí, ahí veo el agujero que reemplazaba la antena, el humo espeso de la explosión. llego hasta la barranca, mientras seguía el bombardeo. En un momento, para variar, aparece Abel, el médico neuquino. "¿Hay alguien herido?" "Creo que yo", todavía no me dolía, ni tenía mucha conciencia. Vino, dijo "Ajá, tenela lejos de la tierra para que no se infecte. Después te curo. Ahora no tengo suficiente." Siguió su camino entre los proyectiles que caian viendo si había otros heridos.
Las fragatas paraban un rato y luego seguían, a veces caían los proyectiles muy cerca.
En un pequeño intervalo, en un silencio profundo, de esos claritos como cuando uno dice una huevada en una reunión y justo todo el mundo se calla, quedando como eso, como un huevón, se escucha una voz: "¡Ay, Virgencita Santa! Si me salvo de ésta, nunca más le pego a mi mujer!". Las carcajadas de todos los que estábamos por ahí se escucharon mientras los ingleses volvían a sacudirnos.

domingo, 26 de julio de 2009

18. Operación Peceto

(La historia es cierta, el diálogo no apostaría mucho, pero si algo)
Minorini Lima, desde mi punto de vista absolutamente personal, tiene dotes de líder. Buen administrador, flexible e inteligente. Como bien dijo el Tte Jaureguiberry, veníamos para 40 días de ocupación y ya llevamos 60 de guerra. La logística no es la misma para un caso que para el otro.
El Jefe había llegado a un acuerdo con el Mayordomo de la Estancia en el que se podía carnear ovejas, 2 o 3 por día que las había en abundancia, pero no vacas. Eso permitía que pudiésemos comer, por lo menos una vez al día carne.
Argentinos que somos, propensos a saborear carne vacuna antes que otras, ver unas vacas caminando por ahí, entre medio de tanta vicisitud, lo llama a Satanás, o por lo menos al diablo encargado del gusto y el estómago, suponiendo que sea uno solo para ambas tareas.
Una tarde de mayo, el 2do está de recorrida con el Jefe, y por ahí caminaba un novillito pastando por un potrero.
"Linda vaquita, mi Mayor"
"¿Cuál?"
"Esa por allá, mirela" mientras le alcanza los prismáticos.
Toma el Jefe los prismáticos y mira ese ejemplar de la raza vacuna en un lugar tan desolado y frío.
"No joda"
"Jefe, esta noche, ¿Operación Peceto?"
"Quedé con el Inglés que vacas no"
"Con tanto campo minado, mi Mayor, la vaca se puede meter sin saber..."
Así fue como cada sección recibió su parte equitativa de carne vacuna y el Inglés, al otro día, a un compungido oficial del EA mostrándole el cuero destrozado de la pobre vaca que pisó una mina.

sábado, 25 de julio de 2009

17. Ronda nocturna

Así entre alarmas rojas, grises y amarillas, sobrellevabamos la incertidumbre en la que vivíamos.
Una noche, una de las secciones no tenía comunicación, era la más alejada. Todavía no habíamos sufrido los bombardeos navales, así que fue antes del 25 de Mayo, fecha de la primera función del "british night show de las fragatas inglesas".
No nos podíamos comunicar por radio, no me acuerdo si el sistema alámbrico no llegaba hasta ahí o si se había roto antes. Lo más probable era que se hubiesen quedado sin batería, ya que debíamos recargarlas en el poblado. Le paso la novedad a Medina, 2do de la Ca.
Uno en estas circunstancias, no de guerra, si no de vida, hasta diría de casado, hace la pregunta que sabemos tiene una respuesta obvia y que, lógicamente, no es exactamente lo que más ganas de hacer, en ese preciso momento, tenemos. Ej: Viene uno de tus hijos mayores pero no tanto y te dice: "Pepe (el bebé) ensució el pañal". Los hombres, probablemente preguntemos "¿Hay que cambiarlo?" y el pibe te mira con cara de "Si te aviso es porque se cagó hasta la nuca. Si, viejo, dejate de joder y cambialo porque mamá no está" Todo en una mirada.
Acá el bebé no había ensuciado el pañal, pero era evidente que teníamos que ir hasta la posición a ver y reemplazar lo que se había jorobado.
Agarramos un VHF y una batería, que era de las grandes y nos fuimos en un Mercedes Benz Jeep de los que eran último modelo en esos años.
De noche, sin conocer el lugar, iba de acompañante, mientras el Cap Medina, manejaba y un cabo nos acompañaba, sentado atrás.
Mientras íbamos se escucha una pregunta, para mí, absolutamente retórica. "Uhh, acá estaba la turbera, ¿A la derecha o a la izquierda? Creo que mi cara de desconcierto se veía en la escasa luz de la noche. "A la derecha" dijo y hacia ese lado volanteó Medina. Murphy existe y su ley está omnipresente.
Huelga decir que con el MB nos enterramos de tal manera que casi no podíamos abrir las puertas del vehículo. ¿Y ahura?. La batería era una de camión, no era para llevarla a pulmón y menos con la calidad de terreno de las islas.
¿Entonces? "Uds dos detrás mío a cada costado. Yo sé quien está en cada posición y donde están. Volvemos al pueblo a buscar un camión.
No era lejos, pero sin puntos de referencia, en la oscuridad de la salvaje tierra malvinera, parecía el cruce de los Andes (poéticamente hablando, no se lo tomen en serio).
El cabo me dice: "Pancho, si hay tiros, yo a la izquierda y".. "Si," le digo, "yo a la derecha, ya lo había pensado."
Por agilidad, el más rápido iba a ser él, no yo. Su riesgo era que además de poder morirse de un balazo de propia tropa, muriese aplastado debajo mío. Tampoco yo quería sobresalir más de lo inevitable en un caso como ese.
 
Así fue que gracias al buen conocimiento del terreno por parte del Cap Medina, también de noche, llegamos a buen puerto con los pies hinchados porque era como caminar en una calle adoquinada a la que le faltan algunos adoquines y otros no, sin luz.
 
Agarramos camión, algun personal más, nos fuimos hasta el jeep, del lado correcto, cargamos la batería y el equipo y hasta la posición nos fuimos.
No me acuerdo si reemplacé algo, si pudimos dejar comunicado todo o que, pero empezamos a eso de las 2100 y terminamos como a las 0200, de vuelta en el puesto comando, a seguir la guardia.

viernes, 24 de julio de 2009

16. La emboscada

Una mañana, estaba de guardia en la radio del puesto comando de la Ca Ing 9. De repente, entra el Jefe de la Ca, Mayor Minorini Lima: Pancho, llamá enfrente (al Reg. Inf 8, RI8) y preguntá si esa patrulla que se ve en la colina y viene del Este, es de ellos. Llamo por el VHF y espero su respuesta. Por lo visto, tienen que averiguar. Tardan. Negativo, no tenemos conocimiento de patrulla alguna.
A dar la alarma y prepararnos para el combate.
Mientras tanto, se escuchan helicópteros desde la dirección contraria, nadie sabía nada. Todo el mundo a sus posiciones, corriendo de un lado a otro. No voy a decir que el día era espléndido, pero tengo toda la sensación que así lo era.
Salgo del puesto de radio a buscar una cobertura más sensata, sin armamento es una sensación de desamparo terrible. Una sensación de mierda. (No sería yo, si no lo expresara de tal modo).

Cuando veo de donde viene la patrulla, los pozos que teníamos en la barranca de la costa quedan desprotegidos, ya que los bombardeos navales siempre van a venir del lado contrario.
No sirven, ¿dónde mierda me meto? Me junto con un soldado con FAL y nos miramos aver donde carajo nos guarecemos, nos miramos y no había nada. Los helicópteros se venían encima, derechito hacia donde estábamos, lo que nos cubría de la patrulla, nos desguarecía de los helicópteros y viceversa. No nos queda más que la posible cobertura visual de una pila de turba amontonada, seca de donde nos aprovisionabamos para las estufas y cocinas.
Tirado junto al soldado, vi con certeza cristalina la muerte. Me boletearon, la puta madre. Si le dan primero al soldado, agarro el FAL y sigo. No queda otra. Listo a esperar el tiroteo, rodeado por tropa terrestre y aérea, se oye un grito "... tropa! ¿qué? Propia tropa, propia tropa, alto el fuego, propia tropa"

Los helicópteros venían de Puerto Argentino con un grupo de tropas especiales de Fuerza Aérea, la patrulla era del RI8.

La falta de coordinación y comunicación nos tendió una emboscada.

15. Puesto Comando

Así fue que, con el Gordo Bechi, nos ponemos a ver el equipamiento. Eran equipos de radio aficionados requisados a los kelpers, había de todo. Empezamos a ver lo que teníamos disponible. creo que un Yaesu HF, mientras miraba como armar unos dipolos además de una long wire, junto con Raúl, nos atacan un par de Harriers, que tomaban como blanco principal al Bahía Buen Suceso. El caso es que, la trayectoria de ataque al buque pasaba justo por encima del puesto comando que tenía la Ca Ing 9, en ese momento, y que suponemos era un alojamiento para trabajadores de temporada, esquiladores, cocina, comedor enorme, habitaciones con varias camas en la planta superior, lugar para el puesto en si.
En el momento del ataque, se escucha la voz del Jefe, Civiles y colimbas al pozo. El resto conmigo, y ahí nomás salieron y salimos todos, algunos soldados nos mostraban donde nos convenía tirarnos en estos ataques y era en la barranca que daba a la bahía.
Minorini tiraron con armas de infantería, trataron de disparar uno de los SAM, que tenía FAA con el Alférez Ugarte (ahora Brigadier) pero no salió.
Una vez pasado el ataque, vuelve Minorini con Medina y sus suboficiales y deciden trasladar el puesto comando porque al Buen Suceso no lo iba a mover nadie.
Nos encara: "Vamos a trasladar el puesto comando, ¿Uds se pueden hacer cargo de cambiar las radios?. Si, por supuesto, fue nuestra respuesta. ¿A dónde?
A esa otra casa. Bien, le respondemos.
Esa otra casa resultó que era donde, anteriormente, estaba la estación costera Fox Bay East. Fuimos a verla y aprovechamos lo, que de alguna manera era lo dispuesto para una estación de radio.
¿Habrá más equipos? Si, ahí mismo, nos dice Medina. Vengan. Ahí fuimos los dos "peso pesado" de las radiocomunicaciones, 0,1ton c/u. Había de todo. "Necesitan algo", nos dice Medina. "Si, alguien que se pueda trepar a los techos" Se da vuelta, mira. ¡Chaco! Dale una mano a los señores en lo que te pidan para armar la radio.
La agilidad y disposición de este sargento, ya saben originario de donde, era espectacular. Nos complementamos fantástico porque lo que le pedíamos y explicábamos, lo entendía y lo conseguía. Fue un gusto compartir con él, esos momentos.
Interiormente, participar en algo productivo para la obtención del objetivo deseado era muy bueno. Daba sentido a nuestra estadía ahí.
Así, empezamos, instalamos los distintos equipos de radio, conseguimos baterías, cargador, densímetro, un CP del Buen Suceso, también él radio. Tramos de cable coaxil, conectores, soldador. Chaco se consiguió unos buenos caños, algunas antenas de VHF y fuimos instalando las antenas, lo más alejado posible de donde estabamos operando. Una prevención que resultó muy importante.
Con lo que había, armamos la nueva estación de radio antes de desarmar la reemplazada. De ese modo, no nos quedábamos sin comunicación, sobre todo con las secciones desplegadas.
Una vez verificado el funcionamiento, desarmamos la anterior estación, arranchamos todo el material para tener listo para reemplazos o armado de nuevos puestos.
Les cuento que las mochilas radio no funcionaban y no teníamos un solo manual para satisfacer nuestra ignorancia. Así que la red de comunicación estaba integrada por el teléfono alámbrico de los kelpers y los equipos de radioaficionados requisados.
"Listo, señor. ¿Nos podrá acompañar alguien hasta nuestro galpón?
"Miren muchachos, si tengo algún lío con la radio, tardo por lo menos media hora en ir a buscarlos y en que vengan, ¿por qué no se quedan acá con nosotros? Es lo mismo allá que acá. (por el riesgo) Nos dan una mano."
No había argumento en contra. Nos miramos con Raúl. Era obvio y así nos quedamos en un todo de acuerdo. Le avisamos a Robelo, que estaba por ahí para que le avisara al Capitán Dell'Ellicine, ya que él iba y venía hasta el galpón donde estaba la tripulación.
Otro punto de inflexión en la historia.

14.17 de mayo y algo más

A eso de las 0830/0900 se hace de día. Empezamos a tomar referencias de donde estamos, sigo perdido y medio desorientado, con respecto a la situación. Frío, viento, llovizna, a bordo eso no lo sentía.
Veo el galpón va a ser difícil protegerse ahí. Vemos de armarnos un pozo de zorro, dan la voz de alarma, alerta roja, ataque aéreo. Corremos a escondernos, no sabemos donde, hay una separación de potreros en un espinillo feroz. Nos metemos con las espinas, pinchando nuestra ropa sin saber de que lado podrán venir los Harriers. Tenemos que conseguir comida, de todos modos el miedo, me quita el hambre.
No terminamos de organizarnos.
Ni me acuerdo como pasé esa noche, pero la sensación de inutilidad en ese momento es muy fuerte y depresiva.
Todo se sobrelleva, salvo la incertidumbre. No saber para que lado rumbear, es malo, pernicioso.
Al otro día, viene el pelado Robelo, CC, nos llama a los dos radios. Nos pregunta si conocemos de equipos de radioaficionados, "Algo", contestamos. ¿Quieren dar una mano a la gente de Ejército? Si, ¿por qué no?
el pelado estaba armado con un Lee Enfield, cubriéndose el bocho con su boina de submarinista, había pasado toda la noche con los integrantes de EA que estaban a la espera de una ataque inglés.
Allá nos fuimos con él hasta el puesto comando de la Ca Ing 9, que estaba en una de las casas abandonadas por los kelpers. Ahí estaba el Jefe de la Ca y su 2do, el My Oscar Minorini Lima y el Cap Aníbal Medina.
Querían instalar un equipo de HF aficionado para ver si nos podíamos comunicar con Pto Argentino y el continente.
Acá empieza otra parte de la historia.

CC Capitán de Corbeta, jerarquía de oficial de la Armada equivalente a Mayor de Ejército.

jueves, 23 de julio de 2009

13. Fox Bay East


16 de mayo, día largo, muy largo. De los duraznos con dulce de leche del mediodía en la cámara, a náufragos shockeados por la noche.
Ya de noche, muy de noche, llegamos a Fox. Del Forrest pasamos al Buen Suceso, en la más profunda oscuridad. Del Suceso a un muelle de madera que no da ni para una lancha colectiva.
Frío, incertidumbre, desconocimiento, desamparo. Esa sensación de angustia de lo ignorado. Mientras bajamos a tierra, dan alarma gris, bombardeo naval. Correr hacia donde nos indican para meternos en un galpón. Galpón semicilíndrico, cuyas chapas no llegan hasta el suelo sino que deja unos 40 cm para que ventile. Montañas de pasto, gente del Buen Suceso viviendo ahí.
No entendíamos donde estábamos. Nos vamos acomodando por grupos, tratando de ver como hacemos. No podíamos parar el viento. Algunos se meten debajo de un tractor. Tratamos de hacer el menor ruido posible.
La oscuridad amplifica por cinco cualquier dificultad. No conocés, no estás acostumbrado a moverte sin luz, por eso no sabés como moverte, ni ubicarte. Las frazadas están mojadas por la condensación del atardecer en navegación. De alguna manera nos acomodamos, Raúl y yo, cerca de 0,1 ton cada uno. Dos frazadas, pantalon de gimnasia, pantalon de fajina, camiseta, camisa, sweater, dos camperas, gorro, borceguíes, dos pares de medias. Así y todo, hacía frío, el miedo enfría. Lo vemos al flaco Appendino, 1er of. de Cubierta, flaco, muerto congelado por el frío. Lo pusimos entre medio de los dos. Flaco vos metete entre los dos porque te vas a congelar. No dormimos, habremos dormitado, no se. Noche larga, sobre todo porque en otoño amanece más tarde.
¿Dónde estamos?¿Cómo nos organizamos?
La vida del marino es distinta a la del combatiente en tierra. Pasamos de la comodidad a la intemperie. De la abundancia a la escasez. Recuerden que éramos civiles en nuestra burbuja, en el teatro de operaciones, pero civiles al fin. Repentinamente, entramos en plena guerra. ¿Y ahora? ¿Cómo sigue?

12. Malas noticias

El día 16 de mayo, mientras nos atacaban, el "Forrest" rescataba a dos náufragos del Isla de los Estados. Ve el ataque, informa a Puerto Argentino y nos vienen a buscar.
Una vez embarcados, nos encontramos con el Colorado Payarola, CC, Cte militar del buque.
Se había salvado junto con un marinero, López, gallego, para variar.
Cuando me toca el turno de estar adentro, escucho su relato. Espero que la memoria no me falle y no me equivoque en algo.
Nos cuenta:
Una vez que los dejamos, nos dirigimos hacia el Norte, buque oscurecido totalmente, sin radar, ni nada. Sentimos cañonazos y luego nos impactan, 5 proyectiles, la andanada completa. Ahí es cuando se escucha por el VHF" Díganle a los nuestros que somos nosotros".
Se encontraba en el puente con Panigadis, Bottaro y López. Aturdido, se recupera, los levanta a los otros tres, ya con el buque tumbado hacia una banda, mientras se hunde entre el fuego del combustible y sus explosiones.
Terminan caminando por la banda del buque, se encuentran con el Mayordomo del buque, quien se dirige hacia la cubierta del buque, mientras que ellos se van hacia el fondo del casco.
Ve un par de balsas salvavidas ya infladas y se tira al agua para acercarlas, toma una, la acerca y sube a los otros tres náufragos a la misma. No lo ven más al Mayordomo. Ve que se desinfla, se tira nuevamente al agua, recuerden que eso fue a eso de las 23 hs., nada hasta la otra balsa, acerca ambas balsas y los traspasa a la otra balsa que está sana.
Mientras la corriente se los lleva hacia el sur con velocidad, estaban al Norte de la Isla Swan, y empiezan a acercarse a ella, lejos de su costa. Empiezan a evaluar que se tienen que tirar a nadar para poder llegar a la isla, de otro modo, la corriente los va a llevar hacia mar abierto, con escasas posibilidades de rescate y supervivencia.
Panigadis se tira antes de tiempo, no lo pueden impedir, los otros tres, Payarola, Bottaro y López, después.
López, escasamente sabía flotar, entre Bottaro y Payarola lo van alentando y llevando hacia la costa. Estiman haber nadado no menos de una hora. cuando hacen pie en la playa, Bottaro sufre un infarto y muere. Los dos sobrevivientes, toman el cadáver y lo llevan con ellos. Encuentran un refugio de los que suelen existir en las islas, armados por los kelpers, para contingencias de temporal. En él encuentran, alimentos, turba, abrigo, fósforos.
Hicieron señales, hacia donde estaba el Carcarañá, pero no los vimos.
Los encuentra el Forrest, 6 días después de su hundimiento, además, encontraron el torso del mayordomo.
Otro duro golpe en ese domingo 16. Muchos amigos se fueron, Novoa,Benzo, el Flaco Cuevas, el Cabo Varas.
A Bottaro lo enterramos en Fox.

11. Desembarco en Puerto Rey, Isla Soledad


Acá desembarcados, antes de que el Forrest nos llevara a Bahía Fox.












El Río Carcarañá fondeado luego del ataque de los Harriers

















Haciendo el pasamanos descargando los botes.















Mario Appendino, 1er of cubierta, Duarte, mozo; Sergio Dorrego, 2do of. cubierta, el resto no distingo.

10. Fotos del Rìo Carcarañá luego del ataque

Este es el camarote del 3er oficial de máquinas, Mauricio Balín, quien tomó las fotos.


Este era mi camarote, el del 1er oficial de Radio, en la cubierta del puente de mando del Río Carcarañá.

09. Duraznos con dulce de leche

Domingo 16 de mayo. A bordo, muchos tripulantes de los buques argentinos, sabían que día de la semana era gracias al menú. ELMA, Empresa Líneas Marítimas Argentinas, sociedad del Estado, heredera de la vieja tradición de los buques de pasaje, mantenía las costumbres administrativas de las viejas Flota Mercante del Estado (FME) siempre conocida como Flota y de la Flota de Navegación de Ultramar, de Alberto Dodero, luego nacionalizada, conocida como FANU.
ELMA se forma a principios de la década del '60, y en los años 80 quedaban muchos tripulantes, en especial oficiales que provenían de una u otra. Marcaba diferencias, sobre todo en los relatos de sobremesa, que si había alguno con chispa, eran muy reconfortantes y divertidos.

Bueno, el caso es que martes y jueves, pastas; viernes, pizza; sábado en navegación franca lejos de la costa, asado a la noche; domingo al mediodía, pasta pero casera, amasada en el momento. El domingo, como día festivo, los buenos Comisarios procuraban que hubiese algún postre y no la habitual fruta. Santiago Tettamanzi es de esos Comisarios.

Durante la mañana, siento un ruido muy fuerte de aviones, enjaulado en la radio, no sabía que había pasado. Pregunto, dos o tres aviones pasaron encima nuestro, ¿propios o de ellos? Nadie sabía o nadie dijo.
A las 1200 me releva Raúl, me voy a almorzar, como algo rico, los cocineros eran muy buenos. Postre, duraznos en almíbar con dulce de leche. El dulce de leche era un producto que se negociaba en el mercado negro de a bordo. Corta sobremesa, y a dormir un rato. Aclaro que soy famoso por dormirme en cualquier situación y esto significa, un viernes a la noche, sentado a la mesa con 6 matrimonios de origen italiano a los grito;, en un sofá cerca de la mesa, en una reunión de Gerencia, escondiéndome del Gerente principal; en la oficina, sentado metiendo la cabeza entre la ropa del perchero, en el coche de acompañante, en fin, en cualquier momento que así lo justifique. Unos 10-15 minutos y adelante, tiro lo que resta de la noche.

Estoy en la cama, abro los ojos y me tiro por la escalera, mientras me cruzo con un montón de gente rajando del puente y yendo todos al inicio de la escalera.
Dos o tres Harriers, supongo que dos, nos atacan. El ruido de los impactos de los proyectiles contra la chapa naval, el ruido de los aviones, las bombas que explotan. Los esfínteres que empiezan a evacuar gases instintivamente, apilados, los 40 tripulantes en ese lugar, el miedo presente en el rostro de cada uno, dándonos cuenta de lo terrible del ataque y, siempre, con esa certeza de que no podés hacer nada para defenderte.

Pasa el ataque, ninguno estaba herido y empezamos a ver los daños, los proyectiles todavía estaban humeantes en el piso, algunos todavía dando vueltas. El olor de la pólvora, la desesperación de ver todo destruido, ver que pasa.

Se relevan los daños, todos los elementos de salvaguardia léase lancha, bote y balsas de la banda del sol, estribor, destruidos. Solo nos queda la mitad de los elementos sobre babor. Es mejor abandonar, ir hasta la costa y ver después como hacemos.
Mi cama partida al medio, la puerta del baño destrozada, en el placard la ropa colgada, rota. Me lo contaron, no me animé a verlo, miedo, terror, no sé como describirlo.


Voy primero al bote (por el miedo) bajo en él para destrabar las trincas de la pluma mientras lo mantenemos amarrado. Empezamos a acomodar todo lo que se podía. El caso es que nos vamos para tierra, a unas dos millas. Las fotos las sacó el gordo Balín, (están en imágenes los links). Mientras estamos en navegación vuelven dos aviones, los saludamos, distinguí al piloto con su caso y mascarilla, venían bien rasantes. ¿Nos atacarán? Por suerte, no. Cuando recordé las marcas de los aviones, por suerte después, me percaté que habían sido ingleses.
Llegamos a la costa, medio rocosa, casi como un muelle, con kelpers, los verdaderos, las algas. Desembarcamos, hacemos un pasamanos, nos sacamos los salvavidas, los amontonamos en otro lugar.
Antes de abandonar, nos comunicamos con Perdiguera, vestido de referee. Estaban enfrente nuestro en isla Swan, habían encontrado náufragos del Isla de los Estados.
Nos vienen a buscar, les decimos que mejor mañana. "Mañana no sé dónde ni como vamos a estar, me dieron la orden de llevarlos a Fox, Señor.", dijo Molini.
Vuelta a juntar todo, la lancha y el bote salvavidas a remolque, creo que la balsa, en cubierta. No había lugar para todos adentro. Así que nos turnábamos para estar afuera y un rato adentro. Ya era de noche. Miedo, frío, incertidumbre, maldita incertidumbre.
Empezaba otra etapa de la guerra.

En un momento, el Flaco Zenobi, el Jefe de Máquinas, lo mira a Santiago y le dice:
-Che, Santiago.
_ ¿Si?
- Suerte que de postre fueron duraznos con dulce de leche, que si servías frutillas con crema nos matan a todos.

Gracias a Dios, siempre hay alguien con buen ánimo.

08. 10 de mayo, día triste

Unos días antes nos dan como nombre clave, Pilote. Mala fariña, si nos pusieron Pilote, por más que terminemos de descargar, de acá nos mueve ni Mambrú, y como se fue a la guerra... sonamos.
Nosotros, mercantes, en movimiento, navegando o en casa.
El ARA Isla de los Estados se lleva lo último que nos queda, es un poco una despedida, quien sabe para donde irán ellos y nosotros. En realidad, estábamos expectantes para volver al continente, aunque el tema de Pilote, en mi fuero interno cortaba muchas esperanzas.
En la última carga se alijó el Yarará, 24 ton, más de 20 ton, seguro. Maniobra complicada, hay que hacerla lentamente con cuidado. eso de colgar semejante peso de algo que flota por más grande que sea, tiene sus complicaciones. Vehículos de FAA, se van los pasajeros que vinieron con la carga, el Cabo Varas de FAA, el Cap EA Novoa y Sgto Ay EA Benzo. Después de cena, zarpan y se van hacia el norte por el Estrecho de San Carlos.
Me voy a descansar, a las 0400 hay que tomar guardia, y se hace larga la noche que se transforma en día. Entre sueños, escucho idas y venidas ruidos, bolonqui. Me quedo en la cama, si me necesitan, me llaman y si no me necesitan, veré que pasó luego. Puede sonar duro, pero para eso nos turnamos, más siendo dos, necesitamos descansar en la medida que se pueda, así el otro puede descansar en su momento.
Me levanto a las 0400, camino los tres metros desde mi camarote hasta la radio, de estribor, a la derecha mirando la proa, a babor, la otra banda (costado), la de la izquierda.
Buen día, Raúl, ¿qué pasó?
¿No sentiste?, si sentí pero si no me llamabas es porque no me necesitabas.
" A las 2300 atacaron al Isla de los Estados. Por el VHF, lo escuchamos al Colorado Payarola gritando, Díganle a los nuestros que somos nosotros, díganle a los nuestros que somos nosotros". Después de eso nada más.
Nadie supo nada más del Isla de los Estados, el Forrest salió a buscarlos por las islas del Estrecho.
No sabíamos que había pasado.

FAA: Fuerza Aérea
EA: Ejército Argentino
Cap: Capitán
Sgto Ay: Sgto Ayudante

07. Agradecimiento

Mal que mal, eramos argentinos por nacimiento y por residencia, la tripulación era variopinta, pero civiles al fin. En uno de los alijes*, viene un Mayor de Ejército con los soldados para la descarga de víveres para los correntinos que estaban en Yapeyú, Pto Howard, sobre la costa de Gran Malvina. Si mal no recuerdo, el Mayor Sturm. Flaco, alto, serio, pero muy buen talante, un gusto compartir con él.
Los soldados estaban comiendo en la cubierta de pasaje y la tripulación descargando al Forrest o al Monsunen. El 1º de cubierta de guinchero, el Capitán de Corbeta Robelo de gango, el que dirige al guinchero cuando este no ve donde está la carga, el Capi en bodega, junto con otros tripulantes, armando los chinguillos con la mercadería para aprovisionar a nuestra gente.
Sturm viene a comer a la cámara de oficiales y pregunta si alguien tiene algún libro, porque necesitaba leer algo. Lo llevo para mi camarote donde siempre tenía una biblioteca conmigo. Se lleva Juanamanuela Mucha mujer. Muy agradecido, va recorre el buque y al rato vuelve a la cámara.
Nos mira y nos dice: "Quiero agradecerles a Uds por el trabajo que están haciendo. La guerra no es el trabajo de Uds., son civiles y están aquí ayudándonos. No tienen idea el valor que tiene para nosotros lo que están haciendo. Quiero agradecerles en nombre de mi gente y en el mío, personal."
La verdad que fue uno de los pocos agradecimientos que recibí en mucho tiempo por lo que hicimos. Nos hizo mucho bien.
Me gustaría encontrarme con Sturm, ¿alguien sabrá algo de él?
Un abrazo.

Pancho

*Alije es la tarea de traspasar carga de un buque a otro, ambos fondeados en una bahía o rada, porque el buque que trae la carga no puede entrar a su destino, la operación inversa es top of, completar la carga porque el buque no puede zarpar de puerto de origen con su carga completa por profundidad insuficiente.
CC Capitán de Corbeta

06. Perdiguera se viste de referee.

El Forrest era un barco chico de la FIC, casco rojo, superestructura blanca. Rojo y blanco es una de las combinaciones de colores de mayor visibilidad, junto con el negro y amarillo. Razonable para un buque de cabotaje en las islas, en tiempo de paz, no en tiempo de guerra. Su comandante durante el conflicto fue el entonces TN Molini.
Escuchado en alguna frecuencia:
El nombre en clave de la estación de radio de la ARA en Pto. Argentino, llamemoslo, Pirulo.
-Atento, Pirulo, aquí Perdiguera. La voz de Molini fuerte y clara.
- Adelante, Perdiguera.
-Para informar que Perdiguera deja la camiseta de Independiente para vestirse de referee.
-Perdiguera aquí Pirulo, repita mensaje.
- Repito, Pirulo. Perdiguera deja la camiseta de Independiente para vestirse de referee.
- No entiendo Perdiguera, repita.
-Repito, repito (levantando presión), Perdiguera, Perdiguera, deja la camiseta de Independiente para ponerse la de referee.
- Negativo, Perdiguera, no entiendo.
- ¡QUE LO PINTAMOS DE NEGRO, PINTAMOS DE NEGRO EL CASCO! (A los gritos, e imaginando todo el rosario de improperios que podría estar profiriendo, sabiamente, el TN Molini)

05. 2 de mayo y sucesivos

Noche larga, miedo, incertidumbre, el famoso "¿Qué corno hago acá si podría estar en casa tranquilo? No se confundan entre la posibilidad de poder responder a un ataque, a la de no tener ninguna posibilidad de respuesta. Es total y completamente, diferente, aunque no lo parezca.

Fondeados frente a Bahía Fox, estuvimos un par de días descargando tambores de combustible al Forrest, al Isla de los Estados y al Monsunen.
En el Isla de los Estados estaba el Flaco Cuevas, Alejandro, maquinista naval, compañero de promoción. Otro tipo increible. Una anécdota que lo pinta fue cuando éramos cadetes. Época de exámenes, el régimen de la Escuela hace que te sientas aún en el secundario, aunque haya muchos otros signos que deberían ser suficientes para darte cuenta que no es así.
Cazadores furtivos hay en todas partes y ni que hablar en la Escuela Nacional de "Náufragos"/Náutica. Uno de estos días de exámenes, alguno de los cazadores furtivos se encontró "inexplicablemente" con el cuestionario de uno de los posibles exámenes, o eso suponemos, porque al sospechar un Oficial de alguna tramoya en danza, alguien le pasa el papel al Flaco Cuevas. "Cuevas, ¿qué tiene en la mano?" "Nada, señor",le responde mientras hábilmente acerca su mano a la boca, mastica y traga rápidamente el objeto en cuestión. A falta de pruebas, no hubo delito.

Bien sigamos, el Flaco venía siempre al buque, en realidad, de algún modo el Carcarañá hacía de refugio y spa de todo aquel que pudiera venir, Santiago administraba maravillosamente la comida y la habitabilidad en una situación más que traumática, dándo alivio a todos. Sencillo, callado pero muy efectivo, una maravilla navegar con él.
Así que las tripulaciones de los otros barcos se quedaban a comer con nosotros, se bañaban tranquilos, ya que las comodidades que teníamos eran muy superiores a las propias.
En uno de esos alijes, el flaco me confiesa que estaba cansado, medio desanimado," ni siquiera hice la bolsa de supervivencia", No jodas, Ale, hacela.
No le hubiese servido de mucho, Lamentablemente.

Llega la orden de desplazarnos a otro lugar, así que había que meterse en el Estrecho de San Carlos a "escondernos" o por lo menos salir de Bahía Fox que era un punto sino caliente, en ese momento, por lo menos era algo más que tibio.

La navegación en aguas restringidas es complicada, más si no tenés cartas adecuadas para tal hecho. Tampoco tenés certeza de los sondajes (profundidades), ni localización exacta de posibles piedras que te pueden abrir el fondo como si fuera un bisturí. El Capi (no siempre les gusta que los llamemos así, pero fueron, son y serán siempre para la masa barquer bien civil y más mercante, el Capi) se puso a ampliar la carta al tamaño de escala para trabajar con navegación costera como si fuera un cuarterón. Dell'Elicine, náuticamente, era muy bueno.Dibujó el cuarterón, lo referenció y allá nos fuimos a fondear a Puerto Rey, meta marcaciones, rumbos, nerviosismo, gente en proa lista a fondear y todos expectantes para que el Capi nos llevara a buen puerto y así fue.
El pronóstico vino de culo, pesto y fuerte, el inconveniente que existe con el buque fondeado en una situación tal es que el ancla garree (garrear, acción en la que el ancla del buque debería quedarse quieta agarrada en el fondo, pero no se percata de tal hecho y recorre el fondo del mar arándolo con la posibilidad cierta de quedarte agarrado con el buque arriba de una piedra.
Mal pronóstico, temporal, máquina a 5 minutos. Eso significa que los maquinistas necesitan solo 5 minutos para salir navegando. Terrible temporal, el Capi se pasó toda la noche en el puente con la máquina funcionando, "navegando" en el mismo sitio para que el viento no nos tirase contra la costa. Era como estar navegando pero siempre en el mismo lugar.
La guardia en la radio de 0400 a 1200 es larga, la radio con el mínimo de luz necesario, por suerte siempre venía alguno a hacer compañía a la estación de radio, el TF Verón, el Negro, el Cap EA Marcelo Novoa, Sgto Ay Benzo. durante el día es más fácil, pero la noche es larga.
Seguimos con los alijes, viene Perdiguera (Forrest), el Monsunen con el TN Gopcevich, el Isla de los Estados con el Colorado Payarola, traen noticias, charlamos, comentamos, compartimos. Les damos alojamiento para bañarse, comparten la mesa con nosotros, se va generando camaradería.

miércoles, 22 de julio de 2009

04. Navegación, cruce y llegada

Ya en navegación. Bien pegado a la costa continental hasta la latitud de Cabo Belgrano y de ahí rumbo 090 a toda máquina para pegarse a las Islas, navegando hacia Puerto Argentino desde el Sur.
Llegamos a Puerto Argentino, el 26 de abril, de noche. Nos encontramos con uno de los guardacostas de la PNA, que nos pasa el trazado del campo minado frente a Puerto Argentino, respirando más tranquilos.
Salimos en todos los diarios, "habíamos quebrado el bloqueo".
Por suerte, me enteré mucho tiempo después, en algún lugar lo leí, les ruego que si alguien tiene información, tanto para corroborar para refutar le agradezco muchísimo que la exponga, que estuvimos "acompañados" por el Conqueror, que nos quería hundir frente a Puerto Argentino como demostración. El Gral Vernon Walters, decía la publicación, convenció a los ingleses de no hacerlo para no cortar las negociaciones en ese momento. Eso lo confirmó el Alte Anaya en el juicio que le hicieron por la Guerra.
Los seguimos, guiados por la luz de popa de la lancha, fondeamos cerca del aeropuerto, del otro lado de la boca que da a Puerto Argentino.
Ahí empezamos a ver como hacíamos para entregar la carga que llevábamos. Tarea difícil porque no había instalaciones que tuvieran el tamaño suficiente para que pudiéramos amarrar y descargar.
Ya había llegado el B/M Formosa, que estaba fondeado dentro de la bahía de P. Argentino y próximo al aeropuerto.
¿Qué profundidad hay en muelle? ¿Quiénes van a hacer la descarga? ¿Qué órdenes tenemos?
Todo un misterio, con Raúl, seguíamos cubriendo las guardias permanentes. En un momento se nos avería un radar, no teníamos muchos repuestos y empezamos a revisarlos.
Se acerca el ARA Isla de los Estados, con quienes tuvimos mucho contacto durante el conflicto hasta que los hundieron, hablo con el Radio y me dicen que en tierra no había nada y es un quilombo. nos miramos con Raúl, veremos que inventamos y desarmamos un equipo de música para sacar unos elementos, resistores grandes y pusimos en marcha, precaria, el radar averiado.
No hay agua en el muelle para que podamos entrar, así que empezamos el alije al Forrest, un buquecito de la FIC, tripulado por personal de ARA al comando del entonces TN Rafael Molini Molina. Pintado de rojo con casillaje blanco, su nombre clave era "Perdiguera".
Los soldados conscriptos que venían para descargar el buque no tenían posibilidad de hacerlo, asi que el Capitán del buque ordena que los manden a la cubierta de pasaje y que les den de comer. La tripulación empezó a poner colchones en los camarotes y el Tano Canzano, el Jefe de cocina, empezó a cocinar unos de sus legendarios guisos.
Mientras tanto la tripulación del buque empezó a trabajar de estibadores con la carga.
Ya no me acuerdo que fecha fue, pero una noche, con muy poca luz en cubierta, en el medio de la niebla, traían rodando desde proa hacia el centro, barranca abajo, tambores de combustible hasta el lugar donde se podía cargar al Forrest. La maniobra es complicada porque la cubierta es de acero, si hay manchas de hidrocarburo, reite del chorizo en fuente de loza, con el frío y el peso del tambor tenes que tener mucho cuidado para que no se te desboque el tambor. Así se descargan decenas y decenas de tambores, muy artesanalmente.
Toda la tripulación desde el Capitan, los militares embarcados con nosotros, todos, salvo nosotros dos Radios, descargaron el buque.
Para muchos era debut en esa tarea, otros tenían algo de idea de ver hacer las tareas por otros. La tripulación mercante, como los choferes de los camiones, llevan el buque o el camión, la carga y descarga, la hacen otros. Pero tripas corazón y a descargar.
Pasan los días. A los mercantes, estar fondeados nos pone mal, estar fondeados en zona de guerra con el buque cargado hasta el upite (como diría un cordobés) de explosivos e inflamables, te pone muchísimo más nervioso.
Antes de que me despertara o me levantara para tomar la guardia, Raúl me patea la puerta y me dice: Gordo, levantate que tenemos que desembarcar. No entendía nada, habían bombardeado el aeropuerto y la idea era que desembarcaramos en los botes a tierra por que si nos pegaban, volábamos a la mierda. Empezar a vestirse, juntar lo necesario. Esperar a que avisaran a los puestos de guardia para que no pensaran que fuese un desembarco inglés. Apagar el buque no es una broma. Empezamos con todo, ya prontos a efectuar la maniobra. Contraorden, nos quedamos.
Ya nos habían pedido esa noche que tuviéramos todas las luces de cubierta prendidas, mientras oscurecían la población. El Formosa, fondeado más cerca del aeropuerto parecía el hipódromo de San Isidro una noche de reunión. Nosotros, apenas uno que otro reflector, débil. Mucha gracia no nos hacía el pedido. Arriba del buque no hay pozo de zorro.
Ahí estamos velando, cuando llega el amanecer, estaba haciendo escucha en la frecuencia de llamada y socorro de RTF, 2182 kHz, y si no me equivoco, a las 0730 u 0830 (treinta minutos antes del ataque), escucho un mensaje del Almirante Woodward en español solicitando la rendición del contingente argentino, que el Gobernador y los jefes de las tres fuerzas en las islas se dirigieran en un helicóptero a su buque insignia, ¿el Hermes? para negociar la capitulación.
Repite a los 10 min, a los 5 min, le digo al Gordo, preparate porque se arma. A las 0800 o 0900 se empiezan a sentir los disparos de los AA, se ven las trazantes luminosas que explotan por encima de las nubes, ¿Están tirando? ¿Será munición verdadera? Nosotros en una nube de p2, desde el alerón del buque mirando el show en la más profunda de las estupideces, inocencia o inconsciencia hasta que... de la capa de nube aparece los Harriers y uno que se dirige hacia nosotros tirando con su cañón, ametralladoras, gomera, lo que fuese. Salimos corriendo todos y nos metimos en el hall de inicio de la escalera todos juntos, de ahí a nuestros puestos de trabajo. La orden era zarpar y salir de ahí.
El Flaco Zenobi, Jefe de Máquinas, siempre con su gorra de conductor de locomotora yanqui y el petiso Lombardi, primer oficial de máquinas, amigo del Flaco, genios con los fierros, se miraron al oir la orden pensando como carajo hacían para poner el buque en marcha nuevamente. Si apagarlo no es joda, arrancarlo, muchísimo menos. El motor principal se arranca con aire comprimido como burro de arranque, había presión, pero tampoco... mucha. Hicieron todas las maniobras necesarias, ajustaron todo, se fueron hasta la consola, se persignaron, rezaron, se abrazaron y empezaron el arranque y arrancó.
Santiago Tettamanzi, el Comisario veía por el ojo de buey de su camarote los piques en el agua de la ráfaga del Harrier que se interrumpieron justo antes de llegar al buque.
Salíamos con el Formosa, pero, ¿Para dónde? Pedíamos órdenes y no sabían que decir, al final nos fuimos por donde entramos, hasta llegar a Ensenada del Toro. Con las islas bajas un buque como el Río Carcarañá es más difícil de esconder que un elefante en un hormiguero.
Lo atacan al Formosa, que seguía para el continente, vamos en su auxilio, navegamos toda la noche y nos fondeamos en Bahía Fox, la mañana del 2 de mayo estábamos fondeados en el sur de Gran Malvina.
No teníamos idea de todo lo que faltaba.
P.D. Seguro que me estoy equivocando en un montón de cosas pero es el relato espontáneo de lo que me acuerdo haber vivido. Acepto correcciones, consultas y ver que puedo aclarar mejor. Gracias

03. Salvedad y embarque

En realidad les estoy contando una historia, mis vivencias, no como soldado o militar, sino desde la condición de civil en la que fui a la guerra. Creo que es un enfoque distinto al que el resto de mis hermanos VGM (Veteranos de Guerra de Malvinas), pueden contar.

Los marinos mercantes, mercantes a secas, somos una mezcla de gente proveniente de distintos orígenes. La maestranza y la marinería se forma en escuelas de la Prefectura Naval Argentina, la policía de las aguas (PNA), donde en un curso de unos meses, se les imparte la instrucción básica necesaria para poder embarcar. Deberán aprobar el examen para poder obtener la Libreta de Embarco, documento que les permite trabajar, justamente, embarcados. Cabos y suboficiales de ARA y PNA, pueden también obtener la libreta y venían a navegar a la Mercante.
Los Oficiales provenimos, básicamente de la Escuela de Náutica Manuel Belgrano, fundada por este gran hombre en 1799, durante su paso por el Real Consulado de Buenos Aires.
Actualmente hay solo dos especialidades, Cubierta y Máquinas, hasta hace unos 30 años eran 4. Radiocomunicaciones y Administración, también se estudiaban en la ENN (también llamada jocosamente Escuela Nacional de Náufragos).
La Escuela depende de la Armada, y hay una formación profesional con algunos rasgos de la militar pero muy leve. Son 3 años en la Escuela y un año embarcado como Pilotín, un pasante, en algún buque mercante.
También muchos oficiales y suboficiales maquinistas y electricistas de la Armada, que pidieron la baja o el retiro, venían a navegar con los mercantes, y pese a las diferentes formaciones, se han armado amistades y tripulaciones muy buenas, donde esas diferencias se achatan y realimentan la convivencia. Los mercantes pueden estar navegando meses y meses sin ver a la familia y compartiendo la vida con un montón de gente que podrán ser conocidos algunos, si sos tripulante habitual de un buque o empresa, o circunstanciales si estás haciendo un relevo (suplencia).

La disciplina a bordo, es la de cualquier trabajo, con respeto, pero no se parece a la disciplina militar, es mucho más relajada.

Hecha la salvedad, para ubicarlos en nuestro entorno continúo con el relato.

Hasta el 1º de abril, los Radios recién egresados y recién incorporados a ELMA como Oficiales, antes habíamos sido Pilotines, es decir pasantes, hacíamos guardia de operadores en las frecuencias tranquilas de LSA Boca Radio.
A partir del 2 de abril, en nuestra condición de Oficiales Mercantes (civiles) también hacíamos de estafetas entre LSA Boca Radio, frente a lo que era el Policlínico Ferroviario y el Servicio de Comunicaciones Navales en el Edificio Libertad. Esto implicaba una larga caminata de un lado a otro cuando llegaban mensajes de nuestros buques (los de ELMA) para la ARA.

Pasado el 2 de abril hay que empezar a aprovisionar las islas, así que hay estamos nosotros, los mercantes.
Se inician los viajes con destino al Sur, algunos hacia el continente, muy pocos hacia las islas.
El primero en ir a las Islas es el Río Cincel, el Jefe de Radio era el Negro Mansilla y tenía como Pilotín a Marcia Marchesotti. La noche que salieron de las Islas estuve toda la guardia atento a una de sus frecuencias de trabajo exclusivamente a la orden por cualquier necesidad hasta que nos informaron que habían dejado la zona de exclusión.

En la semana tengo un intento fallido de embarque en el Río Neuquén, al final se fue el Polaco Veluscek, compañero de promoción, como Jefe.

A los dos o tres días me avisan, “Panchito, embarcás en el Río Carcarañá como 1er radio. Tomá la boleta, andá presentate en el buque, está en Dique 4.
En esa época, donde ahora está el Yacht Club Puerto Madero, estaban los barcos medio desactivados o por desactivar antes del desguace.

El Río Carcarañá ya estaba par el desguace, veremos adonde vamos.

Así fue como me encontré con el Gordo Raúl Bechi, como Jefe de Radio, lamentablemente ya fallecido. Raúl no había hecho la Escuela, había obtenido su título dando los exámenes como libre. Todo un mérito. Entrerriano, campechano, ponía cara de malo. Un poco más grande que yo, no mucho.

Una mañana tenemos que presentarnos en el Edificio Libertad para recibir instrucciones. Mientras íbamos caminando por la plazoleta que existía anteriormente por la Av. Pte Castillo, el Gordo (yo no soy flaco, pero soy Pancho) me dice muy serio: “Mirá pibe, te aviso que para trabajar yo soy un hijo de puta”. Qué bien, le contesto, porque entonces vamos a ser dos.
Muchos años después Raúl me confesó que ese fue un punto de inflexión en la relación entre los dos porque no me dejé correr. Por supuesto que fuimos grandes compañeros y amigos, no de los que se veían habitualmente, pero si de aquellos que se conocen profundamente por tantas cosas compartidas.

Cuando llegamos al Libertad, nos empiezan a dar planes eventuales de comunicación frecuencias, etc. Los miramos y le decimos: Todo bien ,pero nosotros podemos transmitir en 4 frecuencias fijas por cada banda. Recibir donde quieran. ¿Tienen idea adonde vamos?
No, contestan. ¿El buque que línea hace? Ninguna, estaba para desguazar.
La expresión de la cara de esos hombres no nos presentó un panorama muy alentador. Su silencio, menos.
Al final quedamos que cualquier mensaje lo pasaran por LSA, Boca Radio, la estación costera de ELMA con quienes teníamos absoluta capacidad de enlace.
Mientras volvíamos caminando a ELMA, nos miramos y al mismo tiempo pusimos cara de "que sea lo que Dios quiera". Los buques mercantes tiene como única defensa la velocidad y la suerte, si las tienen. Sabés que sos punto, nunca banca. Lo que podés hacer en un conflicto armado es entregar la carga y rajar, no hay otra alternativa.

Allá volvimos al buque, tuvimos que armar toda la instalación de baterías para usar con los equipos de emergencia, una sala con tres pisos de baterías para poder mantener la estación funcionando durante muchas horas. Cargarlas, verificarlas. Revisar las antenas de transmisión, los equipos transmisores, instalar un receptor de banda corrida. Ver el estado de los radares, sonda ecoica, handys, etc. La ventaja era que eramos dos. Tuve la suerte de haber tenido muy buenos Jefes durante mi Pilotinaje y no estaba tan verde, así que pude ayudarlo a Raúl y laburamos como locos.

No se sabía cuando zarpábamos, ni nos comunicaban adonde. Las pilchas y los efectos personales, ya los teníamos a bordo porque no sabíamos si teníamos tiempo para ir a buscarlos.

En la Mercante cada uno se lleva lo suyo, no hay provisión ni bolsa de equipo, ni nada parecido. Me llevé borceguíes, camperas de frío, dos, sweaters gruesos, gorro de lana, cuchillos de hoja fija y Victorinox. Un bolso con herramientas, libros, radiograbador y música en cassettes.

A medida que pasaban los días, nos cruzabamos con los otros tripulantes y nos ibamos presentando paulatinamente.

Al buque lo empezaron a cargar en una de las dársenas, carga general. Dos bodegas llenas de tambores de 200 lts con gasoil, nafta super y JP1. Containers de combustible en cubierta de 10' pegados al casillaje. Una batería antiaerea completa, con sus camiones cargados de munición y su armamento, cocinas de campaña, jeeps, alimentos frescos y congelados. Un camión de 20 ton, proyecto de CITEFA, el Yarará con lanzador de cohetes, 72 por lanzamiento,si no me equivoco, y 144 cohetes, equivalente a dos lanzamientos. Con el camión vinieron el Capitán Marcelo Novoa y el Sarg Ayte Benzo ambos de Ejército

Una vez en navegación, nos anuncian que nuestro destino era Puerto Argentino. Hay que oscurecer el buque, se le pega papel madera a todos los ojos de buey y se pinta el papel de negro, las luces por la mitad o menos.
Como había que cubrir guardia permanente y eramos 2, el Gordo organiza y me dice hacemos 4 y 4 y 8 y 8. Esto significaba que yo hacía la guardia de 0400 a 1200, Raúl de 1200 a 1600, nuevamente yo de 1600 a 2000 y Raúl de 2000 a 0400. De ese modo, dormíamos casi 8 hs seguidas sin problema. O trataríamos.
Escuchábamos 4 frecuencias al mismo tiempo. Los transmisores bien apagados.
Empezaba otra aventura marítima, no teníamos idea cuanto de cierto tenía esa expresión

02. Buenos Aires, Marzo de 1982



Marzo de 1982, Escuela Nacional de Náutica "Manuel Belgrano", nos recibimos de oficiales mercantes. Mi especialidad, radiocomunicaciones.
Había hecho la práctica embarcado en ELMA, como el 80% de mis compañeros de promoción. No había trabajo en ELMA. Bueno a esperar en la lista del Centro de Radios, a ver de donde me pueden llamar para embarcar y trabajar.
Alrededor del 20 de marzo, media mañana, suena el teléfono, yo apoliyando a pata suelta. Mi Vieja atiende, el Jefe de Oficiales de Personal Embarcado, López, para que me presente urgente. "¡¿Qué pasa?! que no moleste López, si ya me dejó afuera". Voy con tranquilidad hasta el puerto a las oficinas de la Gerencia de Operaciones de ELMA. Me pregunta si quiero navegar con ellos, si por supuesto. Andá a hacerte la revisación médica y después venite para terminar los papeles: OK. ¿Se habrán jubilado muchos? ¿Hay más barcos? ¿qué corno pasa? Silencio de Radio. Vuelvo del sanatorio de ELMA, que era por Once en la calle General Urquiza entre Independencia y Estados Unidos, listo. Bueno, Pancho. Andá a la estación costera que vas a estar en comisión hasta que haya buque.
Caminando hacia el fondo, debajo del tanque de agua, que ya no existe más, estaba la planta receptora de Boca Radio LSA, la estación costera de radiotelegrafía de ELMA. Nadie sabe que pasa, teníamos que hacer refuerzo de guardia, tiernitos como estábamos los recién recibidos. ¿Alguna novedad? Ninguna. ¡Qué raro! 

La síntesis informativa eran 12 noticias seleccionadas y redactadas brevemente por Relaciones Públicas de la empresa, siempre al final deportes. Eso de lunes a viernes, los sábados y domingos eran los resultados de todo deporte que hubiese compitiendo en Argentina y eran los más esperados de la semana. Esto hecho por el mismo personal de la estación costera.


1 de abril a la noche, viene el Dr. Norberto Bermúdez, profesor de la ENN de todos nosotros, Jefe de la Estación costera y abogado. Nuestro padre profesional y gran amigo.
Con un clip abierto entre las manos y en la boca, como siempre, nos junta en la sala de recepción. "Miren muchachos, vamos a tener que mandar un mensaje cifrado a la hora de la lista de tráfico, después de la emisión de la síntesis informativa por Morse. Todo confidencial y secreto, no se debía comentar nada. ¿Qué carajo pasa?


2 de abril, 7 de la mañana, abro la puerta de casa, el diario, se dilucidó el hecho: estábamos en Malvinas.

01. A modo de prólogo

Los prólogos son para evitarlos. Es costumbre generalizada
Como asiduo lector, normalmente los leo después de leer parte o el todo de un libro. Quiero saber que es lo que el autor prefirió elegir como obra, ya que el prólogo se escribe finalizada y corregida la obra. Tanto sea si el prólogo es del autor, como si fuese escrito por un presentador.

Como el que avisa no es traidor, estos relatos los escribí a partir de junio de 2009. Tratan sobre lo que viví y sentí 27 años antes en las Islas Malvinas durante el Conflicto de Malvinas entre el Reino Unido y Argentina.
Son casi en crudo, prácticamente sin correcciones. Es lo que me acuerdo de lo vivido, o con mayor honestidad, lo que quiero recordar.

Hasta ahora, 22 de julio de 2009, he escrito en forma casi lineal, los distintos hechos que recuerdo.
Es mi visión personal, es lo que queda después de estos 27 años transcurridos. Surgirán más relatos, no serán cronológicamente ordenados, aunque su numeración los ordenará con los ya escritos.

Gracias.

Pancho