(La historia es cierta, el diálogo no apostaría mucho, pero si algo)
Minorini Lima, desde mi punto de vista absolutamente personal, tiene dotes de líder. Buen administrador, flexible e inteligente. Como bien dijo el Tte Jaureguiberry, veníamos para 40 días de ocupación y ya llevamos 60 de guerra. La logística no es la misma para un caso que para el otro.
El Jefe había llegado a un acuerdo con el Mayordomo de la Estancia en el que se podía carnear ovejas, 2 o 3 por día que las había en abundancia, pero no vacas. Eso permitía que pudiésemos comer, por lo menos una vez al día carne.
Argentinos que somos, propensos a saborear carne vacuna antes que otras, ver unas vacas caminando por ahí, entre medio de tanta vicisitud, lo llama a Satanás, o por lo menos al diablo encargado del gusto y el estómago, suponiendo que sea uno solo para ambas tareas.
Una tarde de mayo, el 2do está de recorrida con el Jefe, y por ahí caminaba un novillito pastando por un potrero.
"Linda vaquita, mi Mayor"
"¿Cuál?"
"Esa por allá, mirela" mientras le alcanza los prismáticos.
Toma el Jefe los prismáticos y mira ese ejemplar de la raza vacuna en un lugar tan desolado y frío.
"No joda"
"Jefe, esta noche, ¿Operación Peceto?"
"Quedé con el Inglés que vacas no"
"Con tanto campo minado, mi Mayor, la vaca se puede meter sin saber..."