miércoles, 29 de julio de 2009

22. Los muchachos de Fuerza Aérea en Fox

Estábamos todos, Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Civiles, cura de Gendarmería. Faltaban dos fuerzas de seguridad y era un muestrario completo, pero para ser un poblado perdido en el sur del Atlántico Sur, como lo que es Bahía Fox, había una aceptable cantidad de instituciones representadas en ese suelo argentino.

Ejército ocupaba su lugar natural, la Armada con el aporte del Bahía Buen Suceso era acorde al ámbito insular. La Fuerza Aérea estaba representada por dos grupos chicos pero de gran presencia en mi vida en Fox. Por un lado, el Alférez Ugarte, hoy Brigadier con un asistente con unos misiles rusos que, según comentaron teníamos gracias a nuestros hermanos peruanos. El otro lo conformaban los "pasajeros" del vuelo del helicóptero del relato de la emboscada.
Este grupo al mando del Primer Teniente Yuse, tenía como misión señalizar los campos para el lanzamiento de carga o paracaidistas de los Hércules C-130. Ellos venían básicamente para el lanzamiento de carga, a suceder unos días después.
De los 5 o 6 hombres que conformoban el grupo, recuerdo a cuatro: el mencionado Yuse, otro Primer Teniente Alzamora, negro, grandote, le decían 9 dedos porque había perdido en un accidente deportivo, el Subofical Barros y el Cabo Principal Messuti. Había otros dos integrantes del grupo pero, lamento no recordar sus nombres.

Grandes personas, generosas, me cuidaron y me llevaban con uno de mis ángeles guardianes, Raúl Bechi, que me cuidaba como a un hermano, al pozo que habían construído. Noches largas, las del invierno austral en las Islas, muy largas, interminables con ese frío húmedo, que te cala los huesos. Donde para orinar, lo pensás una y mil veces. Así transcurrimos algunas noches de vigilia en el pozo a la espera y sufriendo los ataques de los cañones ingleses. Alguna noche nos preguntamos: Si ganamos, ¿quién carajo va a venir a quedarse acá desde el continente? El clima es duro para un argentino, no para un escocés o un inglés, pero si para nosotros que estamos acostumbrados al sol y a los días claros.
Barros estaba siempre con ganas de jaranear, Messuti contó, en una sola noche 800 impactos de proyectiles de cañón sobre nosotros, Yuse y Alzamora callados, siempre calmos y confiados.
Marcaron la zona de lanzamiento para el C-130, que pasó una tarde y largó su carga en vuelo rasante sobre la zona indicada.
Compartí varias noches con ellos, a Messuti lo vi una vez después de la rendición, luego nunca más como al resto.

Espero, de todo corazón que estén bien, que es lo menos que se merecen.

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