viernes, 31 de julio de 2009

30. Buque hospital


Se sabía algo, pero nada confirmado, el rompehielos Almirante Irízar y el ARA Bahía Paraíso, venían a las islas a evacuar heridos. El 4 de junio confirman la llegada del Bahía Paraíso a Fox. Tensa espera, tensísima. Empiezo a juntar mis cosas, para dejar todo lo que les sirviera a los muchachos que se quedaban. La sensación es complicada, difícil, me voy y los dejo. La culpa es feroz, pero muchos decían "así podés avisar a los nuestros que estamos bien", otros preguntaban si podría llamar. Todavía tengo la carpeta con los nombres y los teléfonos de las casas para avisarles a los suyos de los que en las islas se quedaban. Cuchillos, abrigo, linternas, herramientas, Victorinox, se quedaron, el resto de los bagallos en la valija que me habían recuperado en una visita al Carcarañá antes que lo hundieran el 23 de mayo.
A la noche llega y se fondea en la bahía todo iluminado, por lo menos esa noche las fragatas no atacaban Fox. Se confirma, heridos y civiles serán evacuados al día siguiente.

Tensa noche pese a la calma bélica reinante, empieza la evacuación. En helicóptero Puma de Ejército nos comienzan a trasladar al Bahía Paraíso. Subo, me siento, no sé si en el piso o en un asiento. Llegamos al buque y nos juntan en el hangar. Ahí nos examinan y clasifican según la gravedad de las lesiones. Me marcan pero no me mandan a ninguna curación.
Venía tomando el antibiótico, siga con la medicación y lo atenderemos en Bs. As., no vale la pena hacer nada ahora. Las curaciones y cuidados de Abel y su gente habían sido adecuadas.

De ahí bajamos a la bodega. Enorme bodega, fantásticamente organizada para esa tarea, con calefacción, camas armadas para los heridos en dos y tres pisos, bien ancladas, sobre las bandas, en el centro de bodega, bien iluminada, era una sala hospitalaria completa. Esa bodega tenía fácil acceso al casillaje de popa del buque. Las escaleras tenían tablas adosadas a los mamparos con bisagras para poder utilizar las escaleras normalmente o deslizar las camillas con los heridos sobre las tablas. Me admiró el trabajo realizado. La bodega de proa, era un parte carga y parte un sollado para poder dormir, parte de la tripulación y los civiles evacuados. Había camarotes para heridos en el casillaje de popa, que habitualmente alojaba a las dotaciones antárticas. Si no me equivoco, tres quirófanos se habían armado en ese casillaje y funcionaban continuamente.
Me había acomodado en una de las cmas del sollado, no lo podía creer. Se podái descansar sin pensar en cañoneos navales, ni ataques aéreos. Había ducha y la posibilidad de usarla tranquilo. Hacía como 30 días que no me bañaba, con una barba espesa que no me cortaba desde el mismo tiempo.
Me puse una bolsa sobre el vendaje de la mano izquierda, alguien me ayudo a cerrarlo con cinta adhesiva y me pegué la mejor ducha de toda mi vida. toalla limpia, jabón, un hotel 7 estrellas. Era un Paraíso.
Tirado en la cama, viene el Pelado Robelo:
Vos tenés camarote, ¿qué hacés ahí?
Duermo, ¿qué voy a hacer?
No, al camarote.
Para ahí fui.

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