miércoles, 22 de julio de 2009

04. Navegación, cruce y llegada

Ya en navegación. Bien pegado a la costa continental hasta la latitud de Cabo Belgrano y de ahí rumbo 090 a toda máquina para pegarse a las Islas, navegando hacia Puerto Argentino desde el Sur.
Llegamos a Puerto Argentino, el 26 de abril, de noche. Nos encontramos con uno de los guardacostas de la PNA, que nos pasa el trazado del campo minado frente a Puerto Argentino, respirando más tranquilos.
Salimos en todos los diarios, "habíamos quebrado el bloqueo".
Por suerte, me enteré mucho tiempo después, en algún lugar lo leí, les ruego que si alguien tiene información, tanto para corroborar para refutar le agradezco muchísimo que la exponga, que estuvimos "acompañados" por el Conqueror, que nos quería hundir frente a Puerto Argentino como demostración. El Gral Vernon Walters, decía la publicación, convenció a los ingleses de no hacerlo para no cortar las negociaciones en ese momento. Eso lo confirmó el Alte Anaya en el juicio que le hicieron por la Guerra.
Los seguimos, guiados por la luz de popa de la lancha, fondeamos cerca del aeropuerto, del otro lado de la boca que da a Puerto Argentino.
Ahí empezamos a ver como hacíamos para entregar la carga que llevábamos. Tarea difícil porque no había instalaciones que tuvieran el tamaño suficiente para que pudiéramos amarrar y descargar.
Ya había llegado el B/M Formosa, que estaba fondeado dentro de la bahía de P. Argentino y próximo al aeropuerto.
¿Qué profundidad hay en muelle? ¿Quiénes van a hacer la descarga? ¿Qué órdenes tenemos?
Todo un misterio, con Raúl, seguíamos cubriendo las guardias permanentes. En un momento se nos avería un radar, no teníamos muchos repuestos y empezamos a revisarlos.
Se acerca el ARA Isla de los Estados, con quienes tuvimos mucho contacto durante el conflicto hasta que los hundieron, hablo con el Radio y me dicen que en tierra no había nada y es un quilombo. nos miramos con Raúl, veremos que inventamos y desarmamos un equipo de música para sacar unos elementos, resistores grandes y pusimos en marcha, precaria, el radar averiado.
No hay agua en el muelle para que podamos entrar, así que empezamos el alije al Forrest, un buquecito de la FIC, tripulado por personal de ARA al comando del entonces TN Rafael Molini Molina. Pintado de rojo con casillaje blanco, su nombre clave era "Perdiguera".
Los soldados conscriptos que venían para descargar el buque no tenían posibilidad de hacerlo, asi que el Capitán del buque ordena que los manden a la cubierta de pasaje y que les den de comer. La tripulación empezó a poner colchones en los camarotes y el Tano Canzano, el Jefe de cocina, empezó a cocinar unos de sus legendarios guisos.
Mientras tanto la tripulación del buque empezó a trabajar de estibadores con la carga.
Ya no me acuerdo que fecha fue, pero una noche, con muy poca luz en cubierta, en el medio de la niebla, traían rodando desde proa hacia el centro, barranca abajo, tambores de combustible hasta el lugar donde se podía cargar al Forrest. La maniobra es complicada porque la cubierta es de acero, si hay manchas de hidrocarburo, reite del chorizo en fuente de loza, con el frío y el peso del tambor tenes que tener mucho cuidado para que no se te desboque el tambor. Así se descargan decenas y decenas de tambores, muy artesanalmente.
Toda la tripulación desde el Capitan, los militares embarcados con nosotros, todos, salvo nosotros dos Radios, descargaron el buque.
Para muchos era debut en esa tarea, otros tenían algo de idea de ver hacer las tareas por otros. La tripulación mercante, como los choferes de los camiones, llevan el buque o el camión, la carga y descarga, la hacen otros. Pero tripas corazón y a descargar.
Pasan los días. A los mercantes, estar fondeados nos pone mal, estar fondeados en zona de guerra con el buque cargado hasta el upite (como diría un cordobés) de explosivos e inflamables, te pone muchísimo más nervioso.
Antes de que me despertara o me levantara para tomar la guardia, Raúl me patea la puerta y me dice: Gordo, levantate que tenemos que desembarcar. No entendía nada, habían bombardeado el aeropuerto y la idea era que desembarcaramos en los botes a tierra por que si nos pegaban, volábamos a la mierda. Empezar a vestirse, juntar lo necesario. Esperar a que avisaran a los puestos de guardia para que no pensaran que fuese un desembarco inglés. Apagar el buque no es una broma. Empezamos con todo, ya prontos a efectuar la maniobra. Contraorden, nos quedamos.
Ya nos habían pedido esa noche que tuviéramos todas las luces de cubierta prendidas, mientras oscurecían la población. El Formosa, fondeado más cerca del aeropuerto parecía el hipódromo de San Isidro una noche de reunión. Nosotros, apenas uno que otro reflector, débil. Mucha gracia no nos hacía el pedido. Arriba del buque no hay pozo de zorro.
Ahí estamos velando, cuando llega el amanecer, estaba haciendo escucha en la frecuencia de llamada y socorro de RTF, 2182 kHz, y si no me equivoco, a las 0730 u 0830 (treinta minutos antes del ataque), escucho un mensaje del Almirante Woodward en español solicitando la rendición del contingente argentino, que el Gobernador y los jefes de las tres fuerzas en las islas se dirigieran en un helicóptero a su buque insignia, ¿el Hermes? para negociar la capitulación.
Repite a los 10 min, a los 5 min, le digo al Gordo, preparate porque se arma. A las 0800 o 0900 se empiezan a sentir los disparos de los AA, se ven las trazantes luminosas que explotan por encima de las nubes, ¿Están tirando? ¿Será munición verdadera? Nosotros en una nube de p2, desde el alerón del buque mirando el show en la más profunda de las estupideces, inocencia o inconsciencia hasta que... de la capa de nube aparece los Harriers y uno que se dirige hacia nosotros tirando con su cañón, ametralladoras, gomera, lo que fuese. Salimos corriendo todos y nos metimos en el hall de inicio de la escalera todos juntos, de ahí a nuestros puestos de trabajo. La orden era zarpar y salir de ahí.
El Flaco Zenobi, Jefe de Máquinas, siempre con su gorra de conductor de locomotora yanqui y el petiso Lombardi, primer oficial de máquinas, amigo del Flaco, genios con los fierros, se miraron al oir la orden pensando como carajo hacían para poner el buque en marcha nuevamente. Si apagarlo no es joda, arrancarlo, muchísimo menos. El motor principal se arranca con aire comprimido como burro de arranque, había presión, pero tampoco... mucha. Hicieron todas las maniobras necesarias, ajustaron todo, se fueron hasta la consola, se persignaron, rezaron, se abrazaron y empezaron el arranque y arrancó.
Santiago Tettamanzi, el Comisario veía por el ojo de buey de su camarote los piques en el agua de la ráfaga del Harrier que se interrumpieron justo antes de llegar al buque.
Salíamos con el Formosa, pero, ¿Para dónde? Pedíamos órdenes y no sabían que decir, al final nos fuimos por donde entramos, hasta llegar a Ensenada del Toro. Con las islas bajas un buque como el Río Carcarañá es más difícil de esconder que un elefante en un hormiguero.
Lo atacan al Formosa, que seguía para el continente, vamos en su auxilio, navegamos toda la noche y nos fondeamos en Bahía Fox, la mañana del 2 de mayo estábamos fondeados en el sur de Gran Malvina.
No teníamos idea de todo lo que faltaba.
P.D. Seguro que me estoy equivocando en un montón de cosas pero es el relato espontáneo de lo que me acuerdo haber vivido. Acepto correcciones, consultas y ver que puedo aclarar mejor. Gracias

03. Salvedad y embarque

En realidad les estoy contando una historia, mis vivencias, no como soldado o militar, sino desde la condición de civil en la que fui a la guerra. Creo que es un enfoque distinto al que el resto de mis hermanos VGM (Veteranos de Guerra de Malvinas), pueden contar.

Los marinos mercantes, mercantes a secas, somos una mezcla de gente proveniente de distintos orígenes. La maestranza y la marinería se forma en escuelas de la Prefectura Naval Argentina, la policía de las aguas (PNA), donde en un curso de unos meses, se les imparte la instrucción básica necesaria para poder embarcar. Deberán aprobar el examen para poder obtener la Libreta de Embarco, documento que les permite trabajar, justamente, embarcados. Cabos y suboficiales de ARA y PNA, pueden también obtener la libreta y venían a navegar a la Mercante.
Los Oficiales provenimos, básicamente de la Escuela de Náutica Manuel Belgrano, fundada por este gran hombre en 1799, durante su paso por el Real Consulado de Buenos Aires.
Actualmente hay solo dos especialidades, Cubierta y Máquinas, hasta hace unos 30 años eran 4. Radiocomunicaciones y Administración, también se estudiaban en la ENN (también llamada jocosamente Escuela Nacional de Náufragos).
La Escuela depende de la Armada, y hay una formación profesional con algunos rasgos de la militar pero muy leve. Son 3 años en la Escuela y un año embarcado como Pilotín, un pasante, en algún buque mercante.
También muchos oficiales y suboficiales maquinistas y electricistas de la Armada, que pidieron la baja o el retiro, venían a navegar con los mercantes, y pese a las diferentes formaciones, se han armado amistades y tripulaciones muy buenas, donde esas diferencias se achatan y realimentan la convivencia. Los mercantes pueden estar navegando meses y meses sin ver a la familia y compartiendo la vida con un montón de gente que podrán ser conocidos algunos, si sos tripulante habitual de un buque o empresa, o circunstanciales si estás haciendo un relevo (suplencia).

La disciplina a bordo, es la de cualquier trabajo, con respeto, pero no se parece a la disciplina militar, es mucho más relajada.

Hecha la salvedad, para ubicarlos en nuestro entorno continúo con el relato.

Hasta el 1º de abril, los Radios recién egresados y recién incorporados a ELMA como Oficiales, antes habíamos sido Pilotines, es decir pasantes, hacíamos guardia de operadores en las frecuencias tranquilas de LSA Boca Radio.
A partir del 2 de abril, en nuestra condición de Oficiales Mercantes (civiles) también hacíamos de estafetas entre LSA Boca Radio, frente a lo que era el Policlínico Ferroviario y el Servicio de Comunicaciones Navales en el Edificio Libertad. Esto implicaba una larga caminata de un lado a otro cuando llegaban mensajes de nuestros buques (los de ELMA) para la ARA.

Pasado el 2 de abril hay que empezar a aprovisionar las islas, así que hay estamos nosotros, los mercantes.
Se inician los viajes con destino al Sur, algunos hacia el continente, muy pocos hacia las islas.
El primero en ir a las Islas es el Río Cincel, el Jefe de Radio era el Negro Mansilla y tenía como Pilotín a Marcia Marchesotti. La noche que salieron de las Islas estuve toda la guardia atento a una de sus frecuencias de trabajo exclusivamente a la orden por cualquier necesidad hasta que nos informaron que habían dejado la zona de exclusión.

En la semana tengo un intento fallido de embarque en el Río Neuquén, al final se fue el Polaco Veluscek, compañero de promoción, como Jefe.

A los dos o tres días me avisan, “Panchito, embarcás en el Río Carcarañá como 1er radio. Tomá la boleta, andá presentate en el buque, está en Dique 4.
En esa época, donde ahora está el Yacht Club Puerto Madero, estaban los barcos medio desactivados o por desactivar antes del desguace.

El Río Carcarañá ya estaba par el desguace, veremos adonde vamos.

Así fue como me encontré con el Gordo Raúl Bechi, como Jefe de Radio, lamentablemente ya fallecido. Raúl no había hecho la Escuela, había obtenido su título dando los exámenes como libre. Todo un mérito. Entrerriano, campechano, ponía cara de malo. Un poco más grande que yo, no mucho.

Una mañana tenemos que presentarnos en el Edificio Libertad para recibir instrucciones. Mientras íbamos caminando por la plazoleta que existía anteriormente por la Av. Pte Castillo, el Gordo (yo no soy flaco, pero soy Pancho) me dice muy serio: “Mirá pibe, te aviso que para trabajar yo soy un hijo de puta”. Qué bien, le contesto, porque entonces vamos a ser dos.
Muchos años después Raúl me confesó que ese fue un punto de inflexión en la relación entre los dos porque no me dejé correr. Por supuesto que fuimos grandes compañeros y amigos, no de los que se veían habitualmente, pero si de aquellos que se conocen profundamente por tantas cosas compartidas.

Cuando llegamos al Libertad, nos empiezan a dar planes eventuales de comunicación frecuencias, etc. Los miramos y le decimos: Todo bien ,pero nosotros podemos transmitir en 4 frecuencias fijas por cada banda. Recibir donde quieran. ¿Tienen idea adonde vamos?
No, contestan. ¿El buque que línea hace? Ninguna, estaba para desguazar.
La expresión de la cara de esos hombres no nos presentó un panorama muy alentador. Su silencio, menos.
Al final quedamos que cualquier mensaje lo pasaran por LSA, Boca Radio, la estación costera de ELMA con quienes teníamos absoluta capacidad de enlace.
Mientras volvíamos caminando a ELMA, nos miramos y al mismo tiempo pusimos cara de "que sea lo que Dios quiera". Los buques mercantes tiene como única defensa la velocidad y la suerte, si las tienen. Sabés que sos punto, nunca banca. Lo que podés hacer en un conflicto armado es entregar la carga y rajar, no hay otra alternativa.

Allá volvimos al buque, tuvimos que armar toda la instalación de baterías para usar con los equipos de emergencia, una sala con tres pisos de baterías para poder mantener la estación funcionando durante muchas horas. Cargarlas, verificarlas. Revisar las antenas de transmisión, los equipos transmisores, instalar un receptor de banda corrida. Ver el estado de los radares, sonda ecoica, handys, etc. La ventaja era que eramos dos. Tuve la suerte de haber tenido muy buenos Jefes durante mi Pilotinaje y no estaba tan verde, así que pude ayudarlo a Raúl y laburamos como locos.

No se sabía cuando zarpábamos, ni nos comunicaban adonde. Las pilchas y los efectos personales, ya los teníamos a bordo porque no sabíamos si teníamos tiempo para ir a buscarlos.

En la Mercante cada uno se lleva lo suyo, no hay provisión ni bolsa de equipo, ni nada parecido. Me llevé borceguíes, camperas de frío, dos, sweaters gruesos, gorro de lana, cuchillos de hoja fija y Victorinox. Un bolso con herramientas, libros, radiograbador y música en cassettes.

A medida que pasaban los días, nos cruzabamos con los otros tripulantes y nos ibamos presentando paulatinamente.

Al buque lo empezaron a cargar en una de las dársenas, carga general. Dos bodegas llenas de tambores de 200 lts con gasoil, nafta super y JP1. Containers de combustible en cubierta de 10' pegados al casillaje. Una batería antiaerea completa, con sus camiones cargados de munición y su armamento, cocinas de campaña, jeeps, alimentos frescos y congelados. Un camión de 20 ton, proyecto de CITEFA, el Yarará con lanzador de cohetes, 72 por lanzamiento,si no me equivoco, y 144 cohetes, equivalente a dos lanzamientos. Con el camión vinieron el Capitán Marcelo Novoa y el Sarg Ayte Benzo ambos de Ejército

Una vez en navegación, nos anuncian que nuestro destino era Puerto Argentino. Hay que oscurecer el buque, se le pega papel madera a todos los ojos de buey y se pinta el papel de negro, las luces por la mitad o menos.
Como había que cubrir guardia permanente y eramos 2, el Gordo organiza y me dice hacemos 4 y 4 y 8 y 8. Esto significaba que yo hacía la guardia de 0400 a 1200, Raúl de 1200 a 1600, nuevamente yo de 1600 a 2000 y Raúl de 2000 a 0400. De ese modo, dormíamos casi 8 hs seguidas sin problema. O trataríamos.
Escuchábamos 4 frecuencias al mismo tiempo. Los transmisores bien apagados.
Empezaba otra aventura marítima, no teníamos idea cuanto de cierto tenía esa expresión

02. Buenos Aires, Marzo de 1982



Marzo de 1982, Escuela Nacional de Náutica "Manuel Belgrano", nos recibimos de oficiales mercantes. Mi especialidad, radiocomunicaciones.
Había hecho la práctica embarcado en ELMA, como el 80% de mis compañeros de promoción. No había trabajo en ELMA. Bueno a esperar en la lista del Centro de Radios, a ver de donde me pueden llamar para embarcar y trabajar.
Alrededor del 20 de marzo, media mañana, suena el teléfono, yo apoliyando a pata suelta. Mi Vieja atiende, el Jefe de Oficiales de Personal Embarcado, López, para que me presente urgente. "¡¿Qué pasa?! que no moleste López, si ya me dejó afuera". Voy con tranquilidad hasta el puerto a las oficinas de la Gerencia de Operaciones de ELMA. Me pregunta si quiero navegar con ellos, si por supuesto. Andá a hacerte la revisación médica y después venite para terminar los papeles: OK. ¿Se habrán jubilado muchos? ¿Hay más barcos? ¿qué corno pasa? Silencio de Radio. Vuelvo del sanatorio de ELMA, que era por Once en la calle General Urquiza entre Independencia y Estados Unidos, listo. Bueno, Pancho. Andá a la estación costera que vas a estar en comisión hasta que haya buque.
Caminando hacia el fondo, debajo del tanque de agua, que ya no existe más, estaba la planta receptora de Boca Radio LSA, la estación costera de radiotelegrafía de ELMA. Nadie sabe que pasa, teníamos que hacer refuerzo de guardia, tiernitos como estábamos los recién recibidos. ¿Alguna novedad? Ninguna. ¡Qué raro! 

La síntesis informativa eran 12 noticias seleccionadas y redactadas brevemente por Relaciones Públicas de la empresa, siempre al final deportes. Eso de lunes a viernes, los sábados y domingos eran los resultados de todo deporte que hubiese compitiendo en Argentina y eran los más esperados de la semana. Esto hecho por el mismo personal de la estación costera.


1 de abril a la noche, viene el Dr. Norberto Bermúdez, profesor de la ENN de todos nosotros, Jefe de la Estación costera y abogado. Nuestro padre profesional y gran amigo.
Con un clip abierto entre las manos y en la boca, como siempre, nos junta en la sala de recepción. "Miren muchachos, vamos a tener que mandar un mensaje cifrado a la hora de la lista de tráfico, después de la emisión de la síntesis informativa por Morse. Todo confidencial y secreto, no se debía comentar nada. ¿Qué carajo pasa?


2 de abril, 7 de la mañana, abro la puerta de casa, el diario, se dilucidó el hecho: estábamos en Malvinas.

01. A modo de prólogo

Los prólogos son para evitarlos. Es costumbre generalizada
Como asiduo lector, normalmente los leo después de leer parte o el todo de un libro. Quiero saber que es lo que el autor prefirió elegir como obra, ya que el prólogo se escribe finalizada y corregida la obra. Tanto sea si el prólogo es del autor, como si fuese escrito por un presentador.

Como el que avisa no es traidor, estos relatos los escribí a partir de junio de 2009. Tratan sobre lo que viví y sentí 27 años antes en las Islas Malvinas durante el Conflicto de Malvinas entre el Reino Unido y Argentina.
Son casi en crudo, prácticamente sin correcciones. Es lo que me acuerdo de lo vivido, o con mayor honestidad, lo que quiero recordar.

Hasta ahora, 22 de julio de 2009, he escrito en forma casi lineal, los distintos hechos que recuerdo.
Es mi visión personal, es lo que queda después de estos 27 años transcurridos. Surgirán más relatos, no serán cronológicamente ordenados, aunque su numeración los ordenará con los ya escritos.

Gracias.

Pancho