domingo, 2 de agosto de 2009

31. Hacia el continente


No lo podía creer, después de la ducha, cama, comida caliente, nos tomamos un vino con un Maquinista del Isla de los Estados, que se quedó en el Buen Suceso que se volvía con nosotros. Hasta el Termidor era un lujo. Luz, en el buque hospital había luz por doquier.
Voy al camarote, era para cuatro. ¡Qué lujo de compañeros, por Dios! Verdaderos hombres. Dos subtenientes de Ejército, Peluffo y Aliaga. El tercero, Teniente de Fuerza Aérea, Lucero, cazador, piloto de Skyhawk.
Nos presentamos, Lucero y Aliaga en cama, Peluffo, mal herido pero en pié, duro el correntino. Una maravilla de persona y ya van a ver porque.

Aliaga no parecía muy alto, tenía una herida que le atravesaba la espalda desde la base del cuello hasta el riñon del otro lado, consecuencia de un ataque con morteros a su puesto comando.

Peluffo tenía una herida en la cabeza porque le habían volado parte del temporal y el parietal, todas las noches le hacìan una curación que implicaba quirófano.
El tercer compañero de camarote era Lucero, aviador.
Los tres venían de ser trasladados desde el buque hospital británico Uganda. Los habían tratado y cuidado muy bien.
Lucero fué derribado durante un ataque sobre la flota en San Carlos, tenía luxada las dos piernas. Empezamos a hablar. Me acuerdo todo lo que me contaba y eso que pasaron
Le pregunto:
- ¿Cómo fue?
- Estaba atacando la flota en San Carlos, el 25 de Mayo, paso entre las fragatas, me responden el fuego y cuando entro a ver el instrumental me doy cuenta que el avión va a estallar. Me eyecto y al eyectarme así como venía se me abren las dos piernas y se me luxan las articulaciones de la cadera.
- Fragatas, ¿grandes o chicas?, pregunto estúpidamente.
- Para mí eran todas grandes porque me tiraban hasta con los ojos de buey.
Sigue el relato:
- El asiento tiene un sistema para soltarse, pero no accionó y caí al agua con todo ese peso. Estaba tratando de soltarme, medio desesperado, cuando siento un golpe en el casco, en la cabeza. Miro medio para atrás y me encuentro con un soldado inglés parado en una lancha de desembarco con la compuerta baja. Mientras tanto el ataque nuestro, seguía. El inglés me hace señas y yo le hago señas para que cortase con un cuchillo los cinturones de seguridad. Él preguntaba por el arma, hasta que entendí y le mostré la sobaquera donde llevaba mi arma. Me la sacó y recién ahí cortó los cinturones de seguridad. Me levantó como una pluma y me arrastró por la rampa hasta la popa de la lancha. La rampa tiene maderas atravesadas para apoyarse al desembarcar, no sabés lo que me dolió mientras me arrastraba. Todo esto entre medio del fuego de los buques, los aviones, las tropas en tierra. Arriesgando su vida por mi.
Me llevaron a tierra, y me atendieron en un hospital subterráneo que hicieron en San Carlos. Siempre buen trato y buenos cuidados por ellos. Una noche, nuestros Canberra bombarderon la zona y uno de ellos me dijo "Mucha gente la está pasando muy mal, ahí afuera. Después me trasladaron al Uganda y después de unos días, me trasladaron al Paraíso.

Ahí estábamos los cuatro reunidos fortuitamente, relatando a los demás, curiosamente curiosos, sobre lo vivido por otros.

Con el otro que pude hablar más fue con Peluffo, estaba en la 2da línea de la defensa de Darwin. El fuego inglés pone en retirada a la primera línea argentina. Peluffo queda en primera línea en un pozo y con un FAP, deteniendo el avance hasta que al final lo hieren en la cabeza. A la mañana se levantó y me dice: Pancho acompañame a la bodega que vos saber caminar en el barco, asi visito mis milicos. Allá íbamos, él con su turbante quirúrgico y yo con mi mano averiada a visitar a sus milicos heridos.
En una de esas recorridas, me encuentro con un médico y lo miro, le digo :¿Camba?. Si, me dice, mirándome extrañado. Yo era el cocinero de tropa cuando vos eras el médico de San Jorge en Campo de Mayo. San Jorge era una caballeriza que incluía al Hipódromo de Trote de Hurlingham, dependía del Comando de Remonta y Veterinaria del Ejército. Ambos eramos conscriptos.
Nos saludamos y cada uno siguió por su camino.

1 comentario:

  1. Tuve el honor de conocer a "Tom" Lucero, en la localidad de Luque Pcia. de Córdoba hay un aeródromo que lleva su nombre, ya que perdió la vida en un accidente con una avión pulverizador que operaba desde ese lugar.

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