domingo, 2 de agosto de 2009

32. El regreso



Ya era el 6 de junio por la noche, nos encontrábamos frente a Puerto Santa Cruz, nos vienen a buscar los helicópteros. En este caso, un Sea King de Helicópteros Marinos, una compañía privada argentina. Ahí subimos y por ahí, nos llevan. Alguien pregunta si sabíamos algo del Teniente Luna. ¿De quién Luna? Si, les digo está en la costa occidental de Gran Malvina con unos kelpers después que se eyectó. ¿Cómo lo sabés? Hablé con él por radio, les contesté. ¿Cómo? Hablamos por la red de radio de los isleños, una mañana. Una mañana de Mayo, un soldado me viene a buscar porque sonaba algo en una casa y le pareció que podía interesarnos. Fui, era un equipo de Radio (BLU), que no se había sacado. Respondo el llamado y hago que el soldado buscase al Jefe de la Ca. Ahí nos enteramos que Luna, estaba a buen recaudo con los kelpers.
Si mal no recuerdo, lo fueron a buscar con un helicóptero desde Puerto Argentino.

Cuando llegamos al aeropuerto de Puerto Santa Cruz, me hicieron hablar con unos oficiales de Fuerza Aérea, y después, embarcamos en un Fokker F-28 de la Armada, una fila de asientos, el resto libre. Ahí me fui con la muchachada al fondo, amontonados como bosta de cojudo, decían en la colimba. Aparece el Pelado Robelo, con su clásica pregunta ¿Qué hacés ahí?. Todavía no tenía ni la confianza, ni el ánimo para dar la respuesta que habitualmente doy en estos casos y que corta rápidamente el interrogatorio. Ellas son: cagadas o boludeces. Son casi mágicas. El Pelado insistió, Estás herido, tenés asiento. Estoy fenómeno acá. Asiento. Ahí fui, la verdad es que en la cola del avión estaban todos los divertidos, igual que en las aulas.

Eran como la 0100/0200 y despegamos rumbo a Ezeiza, previa escalas en Trelew y Bahía Blanca. Así fue como la mañana del 7 de junio de 1982 lleamos a la Base Aeronaval Ezeiza, ¿alguien conocía de su existencia? Pues ahí está, cerca de donde está la garita antes de entrar en el último tramo de camino al Aeropuerto Internacional.
Desembarcamos, tomamos nuestros petates y nos juntaron en un salón para aleccionrlos sobre que podiamos decir y que no era conveniente obviar.
Miro, y ahí lo veo a un Oficial que había sido Comandante del Aviso Somellera, cuando la regata Buenos Aires - Río de 1977 y que me habían llevado como representante del Club Organizador. Ahí empecé con la radio que me llevó luego a la ENN.
"Buen día, Señor"
Me mira con cara extrañada.
Elizalde, Regata a Río, Somellera, su representante del club organizador"
¿Qué hace por acá?
Vengo de las Islas, del Carcarañá.
Uh, suerte, me alegro de verlo.

Nos meten arriba de un micro, cuyo destino era, Retiro y Constitución. Salimos a la Riccheri, y uno de los salvajes, que no era unitario, gritó: Mujeres!.
Era cierto hacía casi 45 días que solo veíamos hombres, no lo podíamos creer estábamos en Buenos Aires, conseguimos que el micro parara en Puente Saavedra. Ahí me bajé, sin plata, vestido de verde, con barba de casi 40 días, 15 kilos menos, con una valija desvencijada en una mano y la otra enrollada en un vendaje cubierto por una bufanda azul.

Paro un taxi, le doy el destino, le cuento, no lo podía creer el taxista, le dije que me esperara que buscaba plata para pagarle.
Justo baja un amigo, Marcelo Lamas, lo encaro:
-Marcelo, prestame guita para pagar el taxi que no tengo.
-Ehh, ¿qué pasa venís de la guerra?
- Si, boludo, vengo de la guerra, ¿tenés o no tenés?
-Tomá. Me dió lo necesario, le agradecí, le dije después bajo a tu casa y te la devuelvo.
Él se fue a trabajar y yo a la casa de mis viejos.
Toqué el timbre.
¿Quién es?
Pancho

-Volviste.

Si, había vuelto.

1 comentario:

  1. fuaaaa, q emocionante este relato !!! increible !! abrazo !!

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